Opinión

CesarLydia Cacho / Plan b*

thumbnail Joseph Conrad]Efemérides y saldos[

Acaso no me habían contado en todos los tonos de envidia y admiración que había recolectado, cambiado, timado o robado más marfil que todos los demás agentes juntos. Pero eso no era lo importante. Lo importante era que se trataba de una persona superdotada y que, de entre todos sus dones, el que sobresalía, el que proporcionaba la sensación de una presencia real era su capacidad de hablar, sus palabras, el don de la expresión, sus dotes de oratoria, su poder de exaltar y hechizar, de revelar su palpitante flujo de luz o de mostrar aquel engañoso flujo que surgía del corazón de una oscuridad impenetrable.

Joseph Conrad

Marlow, que antes de viajar al África odiaba la mentira, a su regreso no vacila en mentir a la prometida de Kurtz, a la que engaña diciéndole que las últimas palabras de éste fueron el nombre de ella, cuando en verdad, exclamó: “¡Ah, el horror! ¡El horror!”. ¿Fue una mentira piadosa para consolar a una mujer que sufría? Sí, también. Pero fue sobre todo la aceptación de que hay verdades tan intolerables en la vida que justifican las mentiras. Es decir, las ficciones; es decir, la literatura.

Mario Vargas Llosa

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