Opinión

Juan Goytisolo 001Alejandro García / ]Efemérides y saldos[

Cuando se abolió la convivencia medieval y los Reyes Católicos y sus sucesores impusieron  una homogeneidad sin grietas, nuestra cultura se transformó en erial. España se desenganchó paulatinamente del tren de la historia y se privó hasta fecha reciente del acceso a la modernidad.

Juan Goytisolo

Para Goytisolo, mestizar es cervantizar y cervantizar es islamizar y judaizar. Es abrazar de nuevo lo expulsado y perseguido. Es encontrar de nuevo la vocación de la inclusión y trascender el maleficio de

la exclusión.

Carlos Fuentes

La tómbola de mis lecturas me lleva a "El erial y sus islas" (Madrid, 2015, FCE/ Universidad de Alcalá, Biblioteca Premios Cervantes, 249 pp.) de Juan Goytisolo (obtuvo el Cervantes en 2014). El autor de novelas transgresoras como “Señas de identidad” (1966), “La reivindicación del Conde Don Julián” (1970) y “Juan Sin tierra” (1975), la llamada trilogía (Álvaro) Mendiola, nació en 1931 en Barcelona, España, y murió en 2017 en Marrakech, Marruecos.

     Me sorprende que sea el único de esta serie que se presente en pasta blanda, frente al resto que tengo en mi pequeño fondo bibliográfico que es en pasta dura. Al igual que los otros galardonados incluyen antologías, con la excepción de Juan Marsé que nos entrega su capital "Si te dicen que caí”, Goytisolo conforma su libro con 43 ensayos, procedentes diversas fuentes, divididos en 2 secciones: “Cervantiadas” (13) y “Lecturas, evocaciones y relecturas” (30).

     Confieso al amable lector que a veces me salgo de mi programa organizado de reseñas y entonces suelo buscar lecturas que me atrapen, que me seduzcan, que me permitan avanzar con libertad por sus páginas. Utilicé la técnica de pica y huye. Donde el dedo me llevara. Había la opción de abandonar: “El contubernio literario de Formentor”. Mexicano y onfaloscópico como soy, relacioné el Formentor con el Premio y la Colección de Seix Barral de los años sesenta, principalmente.

     Además de esto se trata de un cabo en la isla de Mallorca y de un hotel. Allí se dieron las reuniones que produjeron el citado premio y que dieron salida a la literatura española  y entrada a la literatura universal. 15 años antes de la muerte de Franco se daban los pasos para terminar con el encierro y se zarandeaba el mundo literario a través de oportunidades editoriales, reuniones de intercambio de posturas y opiniones, certámenes de reconocimiento, muestra y contraste. Un buen texto para conocer la realidad cultural española.

     Se suele saber de aquel mundo que apoyó la explosión del boom latinoamericano, pero mucho menos se sabe de lo que vivían los autores de la misma época en España. La generación de Medio Siglo se ha ocupado más de fijar su límite en Juan Benet y consensar su especificidad literaria e histórica que en detenerse a referirse a esa generación tan propositiva, pero también tan imbricada, para bien o para mal, con el franquismo.

     Me seguí de largo con “Críticos de alquiler”. Esos que leen al servicio de una causa y que prohíben literatura en nombre de una causa. Los casos más relevantes son los de la censura oficial a través de una institución generada para el caso. Todo pasaba por esos ojos lectores. Y la biografía o la procedencia también contaban. Goytisolo tuvo que publicar sus libros más arriesgados fuera de España. También esto sucedió con la novela de Marsé ya mencionada, que pudo publicarse en México (como dos novelas de Goytisolo que no hubieran pasado la censura y que tampoco la pasaron ya muy cerca de la muerte del Caudillo.

               Los que figuran bajo el título del presente artículo ―su denominación no es mía, sino de mi muy querido Lawrence Sterne― incluyen no sólo a los que están al servicio de los intereses de un clan o de un sello editorial, como sucede hoy en día en casi todos los países del mundo, sino también a quienes incrustados en la burocracia estatal de las dictaduras, velan por la pureza de la fe o de la ideología, el orden público y social y las buenas costumbres.

Como señala nuestro autor, el problema de la censura es que conlleva un acto de  autocensura (Siempre me he preguntado si la supresión del fragmento del Himno Falangista que es epígrafe de la novela de Marsé es o no un acto de autocensura). El escritor se programa pensando en lo que puede pasar si se sale de lo permitido. En la actualidad, y desde siempre, también hay “críticos de alquiler” de causas de ideologías encontradas, la izquierda se vacuna con pretender ser dueño de la verdad y el rumbo histórico. Goytisolo también recibió los ataques de quienes consideraban que se salía de esa traza histórica.

     “Octavio Paz contra la onfaloscopia hispana” es una muestra del autor de estos ensayos de la apertura de los escritores de lengua española fuera de España. En esta es evidente la ausencia de estudiosos de otras realidades y lo mismo sucede con la mayoría de sus autores. Paz se interesa por el otro, se entera de la India y de sus realidades políticas y religiosas. Las piensa más en los términos de Lévi-Strauss que de imponer una visión del observador o visitante. Deja fluir la riqueza de un país tan plural y tan complejo, intentando dar a conocer los nexos que lo unen.

     De esta manera también se pueden entender los diferendos, como es el caso de India y Pakistán. Paz no solo es generoso con esa cultura que debe ser entendida más allá de la pobreza turística, también lo hace llevando al mundo de sus lectores a una monja encerrada en un convento novohispano; Sor Juana. Y en lugar de subordinarla a su lectura, la deja irradiar sus textos y sus múltiples y posibles interpretaciones.

     Ya con la inercia a favor de la lectura, pude deslizarme por una experiencia de vuelta a “La muerte de Virgilio” de Broch, una implacable defensa de la obra literaria de Céline y un lamento porque una institución francesa desistiera de hacerle un homenaje por el mal tipo que en vida fue. También me deslicé por los pasos de Burroughs y los beats por Marruecos, el Islam, los marginales de Estados Unidos forman parte de un contingente que, como también Bowles, buscaron en el Otro, respuestas al mundo de dogmas y lemas impuestos, así fuera del primero, del segundo o del tercer mundo.

               Como diría William Burroughs, “Tanger es uno de los pocos lugares que aún quedan en el mundo donde en la medida que no cometes un atraco, empleas la violencia o asumes directamente una conducta antisocial puedes hacer exactamente lo que quieres. ES el santuario de la No Interferencia”.

Confieso que leí primero la segunda parte, aunque en un momento fui entrando a la primera, pero todavía no con los iniciales, dedicados a Miguel de Cervantes de Saavedra, su vida y su obra. Concluyo que la parte más extensa son más bien casos, una miscelánea de las preocupaciones del autor en torno a sí mismo, España, el Islam y el mundo en los márgenes.

     Frente al ascenso de Francisco, papa argentino y latinoamericano, Goytisolo le sugiere lea la Roma de “La lozana andaluza” de Delicado o una novela del italiano Gadda. Sería una manera de conocer la otra Italia o el otro Vaticano. Lee y relee a Vargas Llosa, Cabrera Infante, Carlos Fuentes, José Saramago. Lleva a los palestinos, lo mismo a través del poeta Mahmud Darwish que al teórico del orientalismo Edward Said. En este caso deriva su disertación  hacia el estilo tardío, la necesidad inclaudicable de mantenerse vivo en la escritura después de la edad de la madurez, en el declive físico. Y hay una sugerencia para que la derecha lea a Swift, sea a partir de la “Modesta proposición…”, sea a través de toda su sátira en torno al juego del gato y el ratón de los imperios.

     La primera parte de "El erial y sus islas" se divide a su vez en dos secciones no marcadas: 6 textos dedicados a Cervantes y 7 a España. En la segunda escribe sobre periodos, obras y autores. Para acabar en desorden comienzo con la rememoración de Menéndez Pidal, revisitado a través de un ensayo de Christopher Domínguez. Goytisolo reconoce las limitaciones de este autor, pero también su importancia en recolectar y comentar una literatura que entró en crisis, como el país entero, y se encerró y a menudo lo hizo entre sus posibles referentes. Por ejemplo, es evidente la incomprensión de Menéndez Pidal sobre “La lozana andaluza”, pero su comentario la mantiene en la historia y hace posible su resurgimiento después de cuatro siglos y medio de silencio.

     Y lo mismo hace Goytisolo con sus grandes referentes de la cultura española: Marcel Bataillon, Américo Castro, Francisco Márquez Villanueva. Son autores que permitieron una relectura de la sociedad española en general y de la cultura y la literatura hispanas.  Además de sus obras de interpretación permitieron la relectura de obras como “El libro del Buen amor”, “La Celestina”, “Cántico espiritual”, “Las moradas”, “Soledades. El mismo Quevedo es visto con su buena dosis de ruindad, lo mismo de Villon que de Céline. Y también nos da cuenta de obras de ruptura que dan un aire fresco a una literatura que se resistía a ser vista mediante la risa y el placer. Es el caso del “Cancionero de Burlas”.

     Un caso interesante es el paralelo que establece entre Teresa de Ávila en sus Relaciones y la obra de Danilo Kïs, escritor yugoeslavo que suspende su nacionalidad cuando se fragmenta su país y entra en zonas de limpieza étnica y de persecución por parte del poder, a veces en riesgo entre poderes, no sólo en la mira de los francotiradores. Teresa, frágil, escapa de la censura y del tufo del Santo Oficio, tiene buenas relaciones, pero sabe que debe manejarlas con inteligencia y pericia, la causa de Dios tiene grandes riesgos y los místicos están a un pasito de entrar en la categoría de herejes. Y qué decir de las sociedades de los Balcanes que entraron en fase de combate, tal vez una variante de la lucha entre turcos y austrohúngaros, y no se detuvieron ante escritores y poetas.

     Y quedan los ensayos sobre Cervantes. Son pequeñas piezas que ayudan mucho al lector para acercarse al gran autor y a la gran obra. Goytisolo se encarga de separar al autor que se ha convertido en parte de una parafernalia del poder, así sea postfranquista. Y nos invita a conocer o a releer al autor marginal, al combatiente, al preso en África, al nunca reconocido en sus méritos a la Corona, al autor que escribe una primera parte deslumbrante y ajustadora de cuentas y la renueva y resignifica en la segunda parte.

     No debemos olvidar que la suerte de “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” no se fraguó en España, sino que tuvo una gran lectura lo mismo de los novelistas ingleses del XVIII (Fielding, Sterne, el mismo Defoe) que el gran moderno Flaubert, sobre todo en “Bouvard y Pecuchet”. Es de señalar que más que Cervantes en Pérez Galdós, estaría la influencia de Balzac y Stendhal que leyeron a Cervantes. Así que la lectura desde la orilla, fuera de la propaganda y el culto de bronce,  da la tentación al lector.

     Cervantes no se entrega, no claudica, no se calla, alrededor de 1615 entra en nueva fase de producción y con ello garantiza su presencia en nuestros días, más allá de la marca registrada, de la empresa trasnacional en que la han convertido algunos círculos cultos y de poder de la España de él.

     Goytisolo habla de él, de España, del Islam, de la independencia de los poderes, de las formas de organizarse para romper los cercos, de la homosexualidad, del desvanecimiento del franquismo, del poder punitivo de la izquierda en el gobierno, pero lo hace desde lo que conoce y domina: su realidad, obras, autores.

               Como resume el autor [Francisco Márquez Villanueva] Cervantes constituye, de cara al Islam, “un caso especial y nada fácil de encasillar, pues no es en ningún momento un resentido, un tránsfuga religioso o un colonizado cultural. Y menos aún asume el papel menor de cruzado o de inquisidor, que es lo que le pedía y esperaba el mundo oficial de su tiempo […] Le fascinaba la figura del morisco criptomusulmán y del renegado apóstata, pero él no fue nunca uno de ellos. Su religiosidad se orientaba hacia una depuración crítica inicialmente marcadas por Erasmo y la ventana cronológica argelina equivale para él  a una lección de relativismo.” […] Cervantes sustituyó el consabido “nosotros” patriótico y religioso por un yo incierto que apenas alcanza a representarse a sí mismo.

A un lector como yo, formado además en literatura española en los años inmediatos a la muerte de Franco, los ensayos de Goytisolo resultan imprescindibles, y se agradece la posibilidad de tenerlos al alcance en el mercado editorial. Me permiten un diálogo conmigo mismo, una ventana a España, un redescubrimiento de aquí para allá (también me permite recordar otras voces de aliento similar). En aquellos años se presentaba lo español como nebuloso, confuso, accesible sólo después de una vida estudio. A la cerrazón y exclusión de árabes y judíos, ordenada por la unidad de los Reyes católicos, se agregaban el autobloqueo ínsito a la decadencia del XVIII y el ostión franquista. Aburrido. Muerte para los lectores. Claro, había garbanzos de a libra. No todo estaba perdido.

     Con la perspectiva de Goytisolo siempre será posible entrar a ese ostión español y con ello tener una más completa idea de lo que es, y también de lo que somos. Y del mundo más allá. Siempre agradeceré poder volver a libros que leí por obligación y que por el comentario del otro los abren en canal para releerlos de la mejor manera. Abrir el mundo y abrirse al mundo.

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Guadalupe