Opinión

diputadas y diputados

Al Lic. Arturo Romo, por su más reciente obra. Un zacatecano de excepción.

Manuel Ibarra Santos

            A dos siglos exactos de historia cumplidos por el Poder Legislativo de Zacatecas, en sus entrañas se registró, la semana pasada, un movimiento disruptivo que condujo a la recomposición de las fuerzas parlamentarias en el Estado (permitiendo la aparición con ello de nuevos grupos hegemónicos), lo que tendrá que recordar a las élites políticas, la importancia del diálogo, la construcción de acuerdos y la relevancia de mantener vigente la teoría de la división de poderes.

            La sola decisión personal tomada por las diputadas locales Priscila Benítez e Imelda Mauricio, de modificar su pertenencia a una nueva fracción parlamentaria, generó al interior de la LXIV Legislatura del Estado, una radical recomposición de fuerzas que despojó al Partido gobernante de la mayoría y propició con eso la emergencia de renovadas hegemonías, incluyendo el manejo de las responsabilidades legislativas, como lo fue el cambio de mando en la Comisión de Planeación, Patrimonio y Finanzas. Un tema nada menor.

            El sacudimiento interno que experimentó la conformación de fuerzas en el Poder Legislativo de Zacatecas, concitó el interés no sólo local, sino también nacional, por sus repercusiones. En un primer efecto, entre muchos otros, permitió que el partido político fundado en 1929 por Plutarco Elías Calles, se reposicionara de facto en el control de la mayoría, cuando en las elecciones estatales pasadas (las del 2021), había perdido las principales posiciones de poder en la entidad.

            Lo que sucedió en la Legislatura zacatecana es algo que se veía venir, pero que muy pocos con visión estratégica, lo anticiparon. Por otra parte, después de lo sucedido, ofrecer ahora a las legisladoras Imelda Mauricio y Priscila Benítez, un trato maniqueo, sólo pudiera profundizar las heridas y a no construir acuerdos, y más aún cuando ha surgido un bloque plural de contención sólido que en matemática fría tiene los votos consolidados de los diputados que perfilan la presencia de una mayoría calificada. Las legisladoras actuaron con dignidad.

            Ante tal circunstancia, lo que se antoja es que, a partir de esta coyuntura, se imponga en la Legislatura, la racionalidad, el diálogo, la madurez y los acuerdos, no la intolerancia, la soberbia y la cerrazón.

Es fundamental jubilar la retórica envenenada e inquisitorial dirigida en contra de los adversarios políticos que, igualmente (todos: tirios y troyanos) desean trabajar por la prosperidad del Estado.

            Por una u otra razón, he tenido la oportunidad de intercambiar ocasionalmente opiniones con la mayoría de los líderes de las diferentes fracciones parlamentarias de la LXIV Legislatura y su manifiesta actitud ha sido de compromiso con el desarrollo y la prosperidad de Zacatecas. La pregunta: ¿Porqué no aprovechar esa extraordinaria disposición? ¿A quién le estorba que haya acuerdos de gobernabilidad y gobernanza?

            Por lo demás, quien persista en la línea de maltratar y descalificar a las diputadas Priscila Benítez e Imelda Mauricio, estará siguiendo una mala estrategia, irracional, absurda y de confrontación, que no abonará a la construcción de pactos de civilidad.

            Hoy es tiempo, de recuperar los espacios del diálogo, las coincidencias y los acuerdos, para transformar a la LXIV Legislatura, en el núcleo político de la gobernabilidad. No de los enconos, la soberbia y la intolerancia.

            Y en este contexto, será fundamental desde el Poder Ejecutivo, el trabajo de la secretaria de Gobierno, Gabriela Pinedo Morales, una personalidad política sensible, dispuesta a la comunicación y a la búsqueda de consensos.

            El Congreso del Estado de Zacatecas está en la ruta de consolidarse en un poder constitucional que sea factor de equilibrios y contrapesos democráticos, y que desde ahí se impulse el desarrollo.

            Lo que sucedió en la legislatura de Zacatecas es un hecho inédito, que debe procesarse con absoluta responsabilidad.

            LA TEORÍA DE LA SEPARACIÓN DE PODERES:

            En el siglo XVII, el filósofo inglés John Lock (1632/1704), sentó las bases jurídicas de la separación de poderes y un siglo después las consolidó el Barón de Montesquieu (1689/1755), plasmadas en su obra titulada “El Espíritu de las Leyes”.

            Montesquieu argumentó a favor de la separación de poderes, como una forma equilibrada de reparto de atribuciones del Estado, a efecto de impedir la concentración de decisiones en manos de una sola persona y combatir así el despotismo, la tiranía y el autoritarismo.

            La separación de poderes tiene, según sus precursores, tres grandes fines: 1).-Impedir el abuso de poder; 2).-Evitar que las decisiones del Estado se concentren en una sola persona o grupo; y 3).-Salvaguardar el ejercicio supremo de las libertades del individuo.

            En Zacatecas tenemos por obligación que apelar al espíritu de respeto a las leyes y mantener invariable la teoría de separación constitucional de poderes.

            EL PODER LEGISLATIVO, DOS SIGLOS DE HISTORIA.

            El Poder Legislativo de Zacatecas está cumpliendo exactamente en el 2022, dos siglos de historia. Lo menos que se puede hacer es recuperar con dignidad esa tradición.

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