Opinión

imagebbbbbbbTeresa Mollá Castells/ Mujeres Cautivas

Cimacnoticias

Históricamente, el trabajo de las mujeres ha sido invisibilizado y también un campo de batalla contra la violencia y el acoso sexual. Baste recordar a las obreras textileras de Nueva York, que murieron calcinadas en las fábricas cuando se declararon en huelga luchando por reducir sus larguísimas jornadas y un mejor salario.

O recordemos a las costureras de la Ciudad de México que fallecieron durante el terremoto de 1985 y que eran víctimas de salarios bajísimos y jornadas que rayaban en la explotación.

O hablemos de las mujeres chinas, que buscando una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida, son capaces de pagar cincuenta mil dólares y que son transportadas hasta América, muchas a México, en barcos maquiladoras donde las mantienen cociendo de 18 a 20 horas sin salario alguno y mucho menos prestaciones, ni seguridad social, en condiciones de esclavitud, y que al llegar son llevadas a maquiladoras donde se reproduce el mismo esquema esclavizante, con condiciones insalubres y peligrosas, obligándolas a dormir en sus centros de trabajo, donde las mantienen cautivas.

El trabajo de las mujeres es infravalorado frente al de los hombres. Sin embargo seguimos luchando para promover la igualdad de oportunidades para que las mujeres también puedan acceder a un trabajo decente , esto es, un trabajo bien remunerado, productivo y realizado en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.

En el último informe que presentó el World Economic Forum, correspondiente a 2019, sin tomar en cuenta los efectos de la pandemia del COVID-19, se dice:

Aumento de la brecha económica

El informe atribuye la brecha económica de género a distintos factores, entre los que cabe mencionar los tercamente bajos niveles de mujeres en puestos de dirección o liderazgo, conocido como el techo de cristal, el estancamiento de los salarios, la participación en la fuerza laboral y el nivel de renta. Las mujeres han sufrido un triple revés: en primer lugar, tienen un nivel de representación más elevado en muchos de los puestos de trabajo que se han visto más afectados por la automatización, como los de venta al público o administración.

En segundo lugar, no hay suficientes mujeres que accedan a las profesiones en las que más han crecido los salarios, a menudo muy relacionadas con la tecnología, aunque no en exclusiva. En consecuencia, las mujeres activas en el mercado laboral se encuentran con demasiada frecuencia en puestos de categoría salarial media o baja que permanecen estancados desde la crisis financiera de hace 10 años.

En tercer lugar, factores permanentes como la falta de infraestructura asistencial o la falta de acceso a capital limitan en gran medida las oportunidades laborales de las mujeres. Las mujeres emplean al menos el doble de tiempo en cuidados y trabajo voluntario en todos los países de los que se tienen datos, y la falta de acceso a capital impide que desarrollen actividades de emprendimiento, otro factor clave de generación de ingresos.

¿Se podría eliminar la brecha de género gracias al “efecto de los modelos a imitar”?

Un avance positivo es la posibilidad de que el “efecto de los modelos a imitar” pueda estar comenzando a tener influencia en cuanto a liderazgo y quizá también en salarios. Por ejemplo, en ocho de los diez países que ocupan los primeros puestos este año, el fuerte empoderamiento político se corresponde con elevadas cifras de mujeres en puestos ejecutivos. La comparación de los cambios en empoderamiento político de 2006 hasta 2019 revela que la representación política mejoró al mismo tiempo que la presencia de mujeres en puestos ejecutivos en el mercado laboral.

Aunque esto es una relación de correspondencia y no de causalidad, en los países de la OCDE, donde las mujeres han ocupado puestos de liderazgo durante un tiempo relativamente más prolongado y las normas sociales comenzaron a cambiar antes, los efectos de los modelos a imitar podrían tener influencia en el mercado laboral.

La desigualdad de género en los empleos del futuro

Quizá el mayor obstáculo para que se cierre la brecha de género económica sea la escasa representación de la mujer en los trabajos emergentes. Un nuevo análisis realizado en colaboración con LinkedIn revela que la mujer está, por término medio, muy poco representada en la mayoría de las profesiones emergentes. Esta brecha es más pronunciada en nuestro segmento laboral de “informática en la nube”, donde sólo 12 por ciento de los profesionales son mujeres. La situación apenas mejora en “ingeniería” (15 por ciento) y “datos e IA” (26 por ciento), aunque las mujeres sí superan a los hombres en dos segmentos de rápido crecimiento: “producción de contenidos” y “pueblos y culturas”.

Según nuestros datos, esta realidad refleja la intención de los líderes de abordar la brecha de género en el futuro con dos retos clave. El primero y más obvio es que hay que hacer más para proporcionar a las mujeres las competencias que necesitan para desempeñar los puestos de trabajo más demandados. De hecho, no hacerlo así tiene un coste económico, ya que la escasez de competencias en estas profesiones frena el crecimiento económico.

El segundo seguramente es más complejo. Según nuestros datos, aún en los casos en los que las mujeres cuentan con las competencias demandadas, no siempre están representadas por igual. En ciencia de datos, por ejemplo, 31 por ciento de las personas que poseen las competencias pertinentes son mujeres, aunque sólo 25 por ciento de los puestos están ocupados por mujeres. Del mismo modo, no existe brecha de género en cuanto a competencias de especialistas digitales, pero sólo 41 por ciento de estos empleos están ocupados por mujeres.

Estos datos apuntan a tres estrategias clave que es preciso seguir para integrar la igualdad de género en la fuerza laboral del futuro: velar porque las mujeres obtengan competencias técnicas disruptivas, ya sea mediante capacitación o reciclaje; potenciar la diversidad en la contratación; y crear culturas laborales inclusivas.

La brecha de género global en 2019

Los países nórdicos siguen a la cabeza de la paridad de género. Islandia (87.7 por ciento) sigue siendo el país con mayor igualdad de género, seguido de Noruega (84.2 por ciento), Finlandia (83.2 por ciento) y Suecia (82.0 por ciento). El resto de las economías que ocupan los diez primeros puestos son Nicaragua (80.4 por ciento), Nueva Zelanda (79.9 por ciento), Irlanda (79.8 por ciento), España (79.5 por ciento), Ruanda (79.1 por ciento) y Alemania (78.7 por ciento).

Históricamente, el trabajo de las mujeres ha sido invisibilizado y también un campo de batalla contra la violencia y el acoso sexual. Baste recordar a las obreras textileras de Nueva York, que murieron calcinadas en las fábricas cuando se declararon en huelga luchando por reducir sus larguísimas jornadas y un mejor salario.

O recordemos a las costureras de la Ciudad de México que fallecieron durante el terremoto de 1985 y que eran víctimas de salarios bajísimos y jornadas que rayaban en la explotación.

O hablemos de las mujeres chinas, que buscando una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida, son capaces de pagar cincuenta mil dólares y que son transportadas hasta América, muchas a México, en barcos maquiladoras donde las mantienen cociendo de 18 a 20 horas sin salario alguno y mucho menos prestaciones, ni seguridad social, en condiciones de esclavitud, y que al llegar son llevadas a maquiladoras donde se reproduce el mismo esquema esclavizante, con condiciones insalubres y peligrosas, obligándolas a dormir en sus centros de trabajo, donde las mantienen cautivas.

El trabajo de las mujeres es infravalorado frente al de los hombres. Sin embargo seguimos luchando para promover la igualdad de oportunidades para que las mujeres también puedan acceder a un trabajo decente , esto es, un trabajo bien remunerado, productivo y realizado en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana.

En el último informe que presentó el World Economic Forum, correspondiente a 2019, sin tomar en cuenta los efectos de la pandemia del COVID-19, se dice:

Aumento de la brecha económica

El informe atribuye la brecha económica de género a distintos factores, entre los que cabe mencionar los tercamente bajos niveles de mujeres en puestos de dirección o liderazgo, conocido como el techo de cristal, el estancamiento de los salarios, la participación en la fuerza laboral y el nivel de renta. Las mujeres han sufrido un triple revés: en primer lugar, tienen un nivel de representación más elevado en muchos de los puestos de trabajo que se han visto más afectados por la automatización, como los de venta al público o administración.

En segundo lugar, no hay suficientes mujeres que accedan a las profesiones en las que más han crecido los salarios, a menudo muy relacionadas con la tecnología, aunque no en exclusiva. En consecuencia, las mujeres activas en el mercado laboral se encuentran con demasiada frecuencia en puestos de categoría salarial media o baja que permanecen estancados desde la crisis financiera de hace 10 años.

En tercer lugar, factores permanentes como la falta de infraestructura asistencial o la falta de acceso a capital limitan en gran medida las oportunidades laborales de las mujeres. Las mujeres emplean al menos el doble de tiempo en cuidados y trabajo voluntario en todos los países de los que se tienen datos, y la falta de acceso a capital impide que desarrollen actividades de emprendimiento, otro factor clave de generación de ingresos.

¿Se podría eliminar la brecha de género gracias al “efecto de los modelos a imitar”?

Un avance positivo es la posibilidad de que el “efecto de los modelos a imitar” pueda estar comenzando a tener influencia en cuanto a liderazgo y quizá también en salarios. Por ejemplo, en ocho de los diez países que ocupan los primeros puestos este año, el fuerte empoderamiento político se corresponde con elevadas cifras de mujeres en puestos ejecutivos. La comparación de los cambios en empoderamiento político de 2006 hasta 2019 revela que la representación política mejoró al mismo tiempo que la presencia de mujeres en puestos ejecutivos en el mercado laboral.

Aunque esto es una relación de correspondencia y no de causalidad, en los países de la OCDE, donde las mujeres han ocupado puestos de liderazgo durante un tiempo relativamente más prolongado y las normas sociales comenzaron a cambiar antes, los efectos de los modelos a imitar podrían tener influencia en el mercado laboral.

La desigualdad de género en los empleos del futuro

Quizá el mayor obstáculo para que se cierre la brecha de género económica sea la escasa representación de la mujer en los trabajos emergentes. Un nuevo análisis realizado en colaboración con LinkedIn revela que la mujer está, por término medio, muy poco representada en la mayoría de las profesiones emergentes. Esta brecha es más pronunciada en nuestro segmento laboral de “informática en la nube”, donde sólo 12 por ciento de los profesionales son mujeres. La situación apenas mejora en “ingeniería” (15 por ciento) y “datos e IA” (26 por ciento), aunque las mujeres sí superan a los hombres en dos segmentos de rápido crecimiento: “producción de contenidos” y “pueblos y culturas”.

Según nuestros datos, esta realidad refleja la intención de los líderes de abordar la brecha de género en el futuro con dos retos clave. El primero y más obvio es que hay que hacer más para proporcionar a las mujeres las competencias que necesitan para desempeñar los puestos de trabajo más demandados. De hecho, no hacerlo así tiene un coste económico, ya que la escasez de competencias en estas profesiones frena el crecimiento económico.

El segundo seguramente es más complejo. Según nuestros datos, aún en los casos en los que las mujeres cuentan con las competencias demandadas, no siempre están representadas por igual. En ciencia de datos, por ejemplo, 31 por ciento de las personas que poseen las competencias pertinentes son mujeres, aunque sólo 25 por ciento de los puestos están ocupados por mujeres. Del mismo modo, no existe brecha de género en cuanto a competencias de especialistas digitales, pero sólo 41 por ciento de estos empleos están ocupados por mujeres.

Estos datos apuntan a tres estrategias clave que es preciso seguir para integrar la igualdad de género en la fuerza laboral del futuro: velar porque las mujeres obtengan competencias técnicas disruptivas, ya sea mediante capacitación o reciclaje; potenciar la diversidad en la contratación; y crear culturas laborales inclusivas.

La brecha de género global en 2019

Los países nórdicos siguen a la cabeza de la paridad de género. Islandia (87.7 por ciento) sigue siendo el país con mayor igualdad de género, seguido de Noruega (84.2 por ciento), Finlandia (83.2 por ciento) y Suecia (82.0 por ciento). El resto de las economías que ocupan los diez primeros puestos son Nicaragua (80.4 por ciento), Nueva Zelanda (79.9 por ciento), Irlanda (79.8 por ciento), España (79.5 por ciento), Ruanda (79.1 por ciento) y Alemania (78.7 por ciento).

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