Opinión

CienciaManuel Ibarra Santos

La pandemia del coronavirus llegó a Zacatecas y ha encontrado en su camino un sistema de ciencia y tecnología altamente vulnerable, desestructurado, con bajísimos niveles de apoyo financiero y una comunidad científica dispersa, con poca incidencia en los procesos de desarrollo en nuestro Estado. Se encuentra (la ciencia) en el laberinto del atraso. ¿Dónde están ahora los científicos? 

En el ranking nacional de ciencia ocupa Zacatecas uno de los últimos lugares, la posición 27, de acuerdo con los indicadores más recientes. Es decir, la sociedad zacatecana viaja en el cabús de la innovación. Esto puede calificarse como una desgracia de fuertes repercusiones negativas para la prosperidad colectiva.

Un dato que describe el nivel de desprecio, poca importancia y marginación con que se trata a la innovación en Zacatecas, es su ínfimo nivel de financiamiento que recibe, pues este año sólo se le destinó el 0.2% del Presupuesto Estatal de Egresos (PEE) para el ejercicio 2020, cuando la Ley de Ciencia en la entidad (Artículo 28) estipula que debe ser el 1 por ciento.

Se le etiquetaron al sector para el presente año 63 millones de pesos que, si los prorrateamos entre el número de habitantes de Zacatecas, equivale a un presupuesto per cápita para ciencia de 39 pesos por individuo, uno de los más bajos en la República. El promedio en el país es de 50 dólares y en Estados Unidos de Norteamérica de mil 200 dólares por persona.

Las naciones avanzadas han reconocido que su desarrollo depende de los niveles de inversión económica en ciencia: Estados Unidos le destina más de 500 mil millones de dólares al año; China, 400 mil millones; México, 5 mil millones de dólares; y Zacatecas 63 millones, pero de pesos mexicanos. Las diferencias en materia de apoyo financiero, son abismales.

El número de científicos en Zacatecas representa el 0.8%, del número total que existen en el país, con reconocimiento del Sistema Nacional de Investigadores, que son más de 30 mil. En la Unión Americana hay más de un millón 300 mil investigadores, un científico por cada 250 habitantes, en México uno por cada 4 mil 300 y en Zacatecas uno por cada 6 mil 500.

En nuestro Estado los investigadores se distribuyen en las siguientes áreas del conocimiento: 20% ingenierías, 11.69% biotecnologías y ciencias agropecuarias, 17.2% ciencias sociales, 23.2% humanidades y ciencias de la conducta, 7.2% medicina y ciencias de la salud, 3.6% biología y química y el 18% en físico matemático y ciencias de la tierra. (Fuente: SNI/2020).

LA CONCENTRACIÓN BUROCRÁTICA DE INVESTIGADORES:

En nuestro Estado los científicos se concentran fundamentalmente en la Universidad Autónoma de Zacatecas, lo cual no está mal. De hecho, la dependencia responsable de las políticas públicas de ciencia en la entidad labora para atender, en una de sus vertientes, los requerimientos de los investigadores de la Máxima Casa de Estudios.

La lógica es clara y evidente: es la BUAZ la institución que registra, en su nómina, casi la totalidad de la presencia de los investigadores en Zacatecas.

La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: qué está pasando con el resto de las instituciones de educación superior, que no cuentan, la mayoría, entre sus comunidades académicas, con investigadores que estimulen la producción de ciencia y tecnología.

El otro tema es que, indudablemente, los procesos de investigación debiesen de estimular la innovación. Y esta <la innovación> tendría que traducirse en la producción de patentes. Zacatecas hoy ocupa, en cambio, uno de los últimos lugares, en producción de patentes.

LA INNOVACIÓN Y LOS PARQUES CIENTÍFICOS.

La Ley de Ciencia y Tecnología de Zacatecas contempla el compromiso de impulsar y promover la innovación. Sin embargo, en los hechos, todo parece indicar que, en la ejecución de las políticas de promoción de una renovada cultura de la ciencia, existe un error monumental de concepción.

En todas las partes del planeta, los especialistas y las experiencias exitosas ilustran que el motor de la innovación, se encuentra en la educación de excelencia en todos sus niveles. No necesariamente, en la creación de parques científicos, que sí son importantes, pero no suficientes, para estimular la innovación.

En su memorable obra “Crear o Morir”, Andrés Oppenheimer estudia el funcionamiento de las ciudades científicas de América Latina. Todas -concluye- han terminado siendo (excepto el Valle del Silicón) un fracaso, porque devinieron en negocios de empresas privadas y de grupos académicos inmorales, realizados con dinero público. Al final no sirvieron para detonar la innovación.   Ojalá en Zacatecas, iniciativas de esa naturaleza no terminen igual, como negocios mezquinos de investigadores sin compromiso social y altamente privilegiados.

Sin duda, la base de la innovación, tiene que ser la educación de excelencia. Y en esto poco se ha avanzado en Zacatecas.

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