Opinión

eduardo medina mora scjnDavid Monreal Ávila

El combate a la corrupción, por un régimen corrupto, no puede ser más que un discurso hipócrita.

“Hipocresía es la verdadera doctrina de los conservadores”, ha dicho en repetidas ocasiones el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, quien mantiene y aumenta su aprobación popular gracias a la congruencia de su trayectoria política con los cambios en su nuevo gobierno, que cristalizan las demandas de justicia de la sociedad mexicana.

Si el principal problema de la política mexicana es la profunda corrupción, la solución no puede ser otra que el fin de la impunidad y la verdadera persecución de este delito.

Si bien es cierto que esta conducta se encuentra enraizada en todos los estratos sociales, es la cometida por servidores públicos -al amparo del poder político-, la que desfalcan al erario y engendra la red de complicidades con el sector privado.

De arriba para abajo, como barriendo una escalera, es la forma que el presidente ideó para evitar las viejas prácticas de los cambios de gobierno, en los cuales se encarcelaba a un par de chivos expiatorios para calmar la opinión pública mientras los grandes negocios seguían en marcha bajo el agua.

Curiosamente es Santiago Nieto, ex titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), despedido por indagar en el caso Odebrecht, ahora como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, confirmó que el ministro Medina Mora es investigado por lavado de dinero, al haber aplicado criterios que ayudaron al crimen y a funcionarios del gobierno anterior.

El “Lavada de dinero” es en realidad el delito de operación con recursos de procedencia ilícita, lo que destaparía una complicidad más entre el poder político (nada más que del máximo tribunal), con el crimen organizado responsable de los delitos de mayor impacto, como el narcotráfico, homicidio, secuestro, la trata y la extorsión.

Por lo pronto el ministro presentó su renuncia al titular del ejecutivo, la cual fue turnada al Senado de la República para su análisis, aunque la fracción panista ya ha solicitado mayor explicación sobre sus motivaciones.

Cabe destacar que estos procesos se vuelven arte de la actividad ordinaria de los órganos de control en la función pública, que ya no tolera el peculado, el enriquecimiento ilícito, ni ninguna otra de las prácticas delictivas habituales de las pasadas administraciones, y evitan el show mediático

No puede dejar de llamar la atención que en tan sólo los últimos 4 meses, las decisiones de Medina Mora hayan favorecido por montos de 2 mil millones de pesos a personas implicadas en investigaciones por delitos graves.

¿Será esto el inicio de la renovación judicial que la 4T tenía pendiente? Lo cierto es que la transformación está lejos de terminar, y aunque pacífica, será profunda.


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Guadalupe