Opinión

Carola RacketeSoledad Jarquín Edgar/ Mujeres y Política

SemMéxico

Lo realizado por la capitana alemana Carola Rackete, al salvar a cincuenta inmigrantes a la deriva frente a las costas de Libia, luego detenida por las autoridades italianas y puesta en libertad en estos días, sin duda es una muestra de que las mujeres pueden cambiar el mundo.

La capitana de origen alemán, “blanca, nacida en un país rico y con el pasaporte correcto”, además de ser universitaria, como ella ha señalado a la prensa italiana, sintió la obligación moral de ayudar a quien no tenía las mismas oportunidades que ella. Así que decidió llevar “a buen puerto” a los inmigrantes a bordo de su barco Sea Watch 3.

No fue una decisión fácil. Las autoridades de Italia habían negado el acceso durante dos semanas y no tuvo más opción que atracar sin permiso en la isla de Lampedusa el pasado 29 de junio, por lo que fue detenida y acusa de resistencia y violencia contra un buque de guerra, además de chocar contra una patrulla de la Guardia de Fianza. Porque recordemos Italia, como otros países del mediterráneo mantienen una política de puertos cerrados a la migración.

La decisión de Rackete fue humana, sin duda, y pone entredicho las políticas que los países tienen sobre el fenómeno migratorio, que han criminalizado la acción de buscar un lugar seguro para seguir la vida, de quienes buscan llegar al viejo continente o a países como Estados Unidos de América, donde no es el océano el que se interpone sino los muros de concreto y fierro, así como los muros mentales que fomentan la xenofobia, con resultados semejantes a lo que ocurre cuando se está a la deriva en aguas frías y profundas.

De acuerdo un artículo de Juana Viúdez, publicado en enero pasado en el diario español El País, el año 2018, superó todos los récords de llegadas de inmigrantes en patera, con más de 57 mil personas que cruzaron el Mediterráneo, actos en los que habrían muerto o desparecido más de 700 personas procedentes de países africanos, en el intento por llegar a puertos españoles huyendo, sobre todo, de lo mismo que se huye en algunos países de América central: la pobreza y la violencia.

El episodio que ha protagonizado la capitana Carola Rackete, recuerda a otras mujeres que en algún momento salvaron vidas a partir de su condición humana que les impidió ser omisas ante la desgracia de otras personas que, como la capitana del Sea Watch 3, ni siquiera conocían, como la brasileira María Edwards, la cubana Amparo Pappo, la peruana Magdalena Truel, las españolas Lola, Amparo y Julia Touza, y otras tan famosas como la misma Hannah Arendt, quienes salvaron cientos de vidas de judíos durante la invasión nazi. Pero, claro, no fueron las únicas.

La capitana alemana Carola Rackete, libre sí, pero aún no termina el litigio con el gobierno italiano, habrá que ver qué sucede en los próximos días, sobre ella hay acusaciones fuertes, porque la actitud xenófoba sigue permeando en la piel de las personas, en especial de quienes tienen poder, será quizá una mujer perseguida, señalada, pero ha mostrado lo que en estos tiempos, como en los tiempos de crisis que vivió Europa en la Segunda Guerra Mundial, nos hace tanta falta: humanidad.

Sin duda, hay muchas heroínas anónimas salvando vidas, por ejemplo, en México, donde la muerte asecha a las mujeres, nos hacen falta una o muchas mujeres que ayuden a transformar, a cambiar la violencia machista que hoy se ha normalizado, pese a la resistencia de buena parte de la sociedad a creer que es inamovible.  Y mientras eso sucede creo que hay que contar la historia, aún no terminada, de la capitana del Sea Watch 3: Carola Rackete, un ejemplo para todas.

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