Opinión

9788490662496
Alejandro García/ ]Efemérides y saldos[

A Gerardo del Río

—Guadalupe ha sido corrompida por los católicos —empezó Lupe—. Era nuestra virgen, pero los católicos nos la robaron; la convirtieron en criada morena de la Virgen María. Ya puestos, podrían haberla llamado esclava de María… ¡o hasta mujer de la limpieza de María!

—¡Blasfema! ¡Sacrilegio! ¡Descreída! —vociferó Rivera.

El responsable del vertedero no necesitaba que Juan Diego le tradujese la diatriba de Lupe; ya había oído antes a Lupe pontificar sobre la cuestión de Guadalupe. Para Rivera no era un secreto que Lupe tuviera una relación de amor-odio con Nuestra Señora de Guadalupe. El “jefe” conocía la antipatía de Lupe por María Madre. La virgen María, en opinión de esa niña loca, era una impostora. La virgen de Guadalupe era la auténtica, pero aquellos arteros jesuitas se la habían apropiado para sus maquinaciones católicas. En opinión de Lupe, la Virgen morena había sido desacreditada y, por tanto, “corrompida”. La niña creía que la nuestra Señora de Guadalupe había sido en otro tiempo milagrosa, pero ya no lo era.

John Irving

Hasta 1999, Irving era un escritor de culto para los españoles. Celebrado por gente como Javier Cercas y Sergi Pámies, pero poco leído por los locales. Todo eso cambió en 1999 con la edición de Una mujer difícil (título con el que se tradujo A Widow for a Year) que disparó sus ventas por encima de los 100,000 ejemplares y que hizo de Irving un hombre y un nombre conocido.

Rodrigo Fresán

Juan Diego Guerrero es un escritor nacido en México, país en el que habitó hasta los 14 años en Oaxaca. Fue un pepenador o un niño de la basura con buena suerte. En su infancia fue protegido por Rivera, uno de los jefes del basurero municipal, quien lo protege y lo trata bien. Protector y todo, Rivera atropelló el pie del niño, por accidente, y lo dejó cojo de por vida. Tiene a su hermana Lupe, la cual parece retrasada mental a los otros, pues tiene un problema físico en el paladar, por lo que su expresión es confusa y sólo Juan Diego la entiende y la traduce. Sin embargo, Lupe es capaz de leer lo que piensan los otros y de conocer el pasado y adelantar el futuro de sus interlocutores, aunque en esto último no siempre acierta. Los dos son hijos de una prostituta que en su turno matutino hace la limpieza del templo y del orfanatorio jesuita. De aquí salen los otros ángeles guardianes del protagonista: dos sacerdotes de edad madura; otro, Pepe, que le lleva libros a Juan Diego, pues se han enterado que ha aprendido a leer en aquellas bravas tierras y después se desubrirán que también lo hace en inglés. Y un recién llegado de Iowa, el joven Edward Bonshaw, quien apenas está en camino del sacerdocio y que por sus camisas tropicales, Lupe llama señor Eduardo, Hombre Papagayo. Ahora, a mitad de la cincuentena, Juan Diego va a Las Filipinas a cumplir el viejo encargó del gringo bueno, otro personaje que apareció en aquellos años, escapando de la participación en la Guerra de Vietnam, hippy, y que murió a golpes en un cuarto de hotel, pero que para la policía mexicana sólo se trató de una congestión alcohólica. Él le encargó a Juan Diego que fuera visitar el campo de los caídos en Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial. Al llegar al país asiático, Juan Diego nos entera que nunca supo el nombre del gringo bueno ni las señas de su padre. Éste es uno de senderos de Avenida de los misterios de John Irving (México, 2016, Tusquets, 637 pp.).

Los escenarios principales de la novela son tres: Nueva York. El viaje se desarrolla en la navidad de 2010, sólo que ha caído una gran tormenta de nieve, de allí que Juan Diego se quede varado en el aeropuerto durante dos días y una noche. Por error, mete a la maleta sus medicamentos metabloqueadores y su viagra, la documentan y tiene que sobrevivir sin los primeros. Eso lo altera, pues al parecer no sólo desbloquea al organismo, sino que lo hace también con su pasado y con los mecanismos del sueño. El otro espacio es Oaxaca: el basurero, el orfanatorio, la iglesia y la plaza. Y el tercero es el destino: el viaje a Manila y el encuentro con el padre que el gringo bueno no pudo tener y que Juan Diego nunca tendrá porque ignora quién fue su padre. Además de la capital, el escritor viaja a otros lugares en donde tiene la tutela y la confrontación permanente con su ex alumno Clark, filipino, católico ferviente, tradicionalista y escritor, pero sobre todo es abordado por Miriam y Dorothy, madre e hija, intensas y extensas mujeres que no luego no salen en las fotografías. Es entonces cuando uno entiende el papel del Viagra y la necesidad de mantener en vigilancia el uso de nitratos y nitritos, porque las chicas son verdaderamente excelsas en el arte de amar, en especial la hija que suele gritar en el momento del orgasmo con palabras parecidas al náhutl.

Hay algunos otros espacios relevantes: la Avenida de los Misterios, que se refiere a la Calzada de los Misterios, calle que conduce a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México y que esa extraña comunidad camina, agreguemos a los personajes del circo, mientras Lupe peregrina con las cenizas de la madre de los niños, muerta mientras limpiaba la estatua de la virgen María, la cual extrañamente se queda sin nariz. La novela es un peregrinaje acompañando a Juan Diego y a la niña visionaria.

El circo es un espacio relevante, pues allí muere Lupe, asfixiada por un león, aunque el lector sabrá que ella tenía todo calculado. Sabía que sólo se podría lograr uno de ellos y toma la decisión. Está la ciudad texana donde Flor, el travesti que es objeto de amor de Edward, se retrató felando a un poni. Está Iowa, donde Flor y Edward viven como pareja después de la muerte de la niña y llevan con ellos a Juan Diego. Allí podrá vivir éste una vida relativamente tranquila y convertirse en escritor. Hay también el templo dedicado a la virgen de Guadalupe en Manila, no con la grandeza ni la viveza del mexicano, pero sí como testimonio de un culto que en Filipinas no prendió. He allí un tema para “La rosa de Guadalupe”.

Avenida de los misterios va intercalando la estancia en Filipinas y el recuerdo de Oaxaca. Cuatro décadas separan a los acontecimientos. El alegato de Lupe, con respecto al culto a las vírgenes, el manejo de la virgen de Guadalupe y su papel auxiliar: a ella la pone fuera de sí que en uno de los templos el lugar central lo ocupe la virgen María y casi oculta se encuentre la imagen de la guadalupana en uno de los altares laterales. Casi al final de la novela, le advierten a Juan Diego que no salga al día siguiente porque la gente se apoderará de las calles en culto al Nazareno Negro. Ese Jesús venerado, pero que no es de color negro por la piel, sino porque sufrido la chamusquina de tres incendios. El primero en su viaje de México a Filipinas. El Nazareno Negro sí pasó, la Virgen de Guadalupe no. Durante el pontificado de Juan Pablo II, se hizo relevante el papel de la virgen mexicana: Reina de América y Patrona de los No Nacidos. Era evidente el papel geopolítico y en apoyo de la moral más conservadora del Vaticano. “Buenos,”, sin lugar para los niños de la basura, para los criados por homosexuales y travestis, para los hijos sin padre a la vista de las prostitutas. Lupe había visto el futuro.

Los nombres son simbólicos: Juan Diego, Lupe, Soledad, Dolores, Pepe, Flor que adquieren su propia identidad dentro del texto, en el cual emergen de la basura, del asilo, de la muerte temprana, de los prostíbulos y cantinas, del engaño a los turistas, del chantaje entre ellos mismos. Es la miseria la que se mueve y arrebata en desafío a eso que en apariencia es inexplicable: la miseria y la condena. Desde allí irá la ruta de Juan Diego hasta los primeros días de 2011 en que sabrá el valor de los metabloqueadores para su futuro.

Mi hermana y yo… éramos ‘niños de la basura’. Nos criamos en el ‘basurero’; prácticamente vivíamos allí. Nunca deberíamos habernos marchado… ¡desde entonces todo ha sido cuesta abajo!.

Además de los temas permanentes de Irving como el activismo en pro de la diversidad sexual: recuérdese a la madre de Garp; de la orfandad y del desconocimiento del padre, de la deformación física, de la escritura, aquí aparece el tema de la religión y del culto y el escritor. Los escenarios no son céntricos: Filipinas, Oaxaca, Iowa. No estamos frente a un botón de rosa de Guadalupe, de ninguna manera, estamos frente a una novela que conjuga en toda su complejidad el drama humano de los niños de la miseria y de la implacable cuchilla de la selección y la supervivencia, mientras las sotanas pecan y venden milagros al mundo. Pero no se queda allí la novela, porque la religión es sólo uno de los tentáculos del dominio y del usufructo de la sangre y de la mente humanas.       

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Guadalupe