Opinión

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Sara Lovera

SemMéxico

Yo la recuerdo con esa sonrisa especial, esa mirada tranquila y ese verbo claro y sencillo. La entrevisté muchas veces en mi vida, sobre las cosas de la política y el feminismo, pero en la serie Techo de Cristal 2016 donde entrevisté a muchas mujeres, ella me contó con detalle cómo se sintió trabajando con los hombres y cómo saltó obstáculos para mantener firmemente algunas de sus ideas. Su pendiente fue: gobernar la Ciudad de México.

La vamos a extrañar, porque encabezar desde el PRI la iniciativa de la República Laica no es poca cosa; o cómo trabajó con otras mujeres, en la oficina de Silvia Hernández, el documento fundamental para echar abajo el tema de las “juanitas” por ser un camino de simulación a la igualdad política de las mujeres. Y cómo lo hizo desde una organización plural donde eran actoras las mujeres del movimiento feminista.

Y me acuerdo de ella durante los viajes que muchas hicimos a Austin, Texas, donde Victoria Rodríguez nos citó a discutir la participación política de las mujeres, allá en los años 90. La veo amable y siempre de buen humor, y muy precisa cuando sus intervenciones tenían que ir al centro del debate. Ella siempre fue actora en todos los procesos para llegar a la paridad electoral y maestra de generaciones de políticas y militantes.

Recuerdo cómo organizó aquél inmenso desayuno de mil mujeres para decirle al poder, de donde ella emanaba, que enviar a Beatriz Paredes como embajadora en la República de Cuba, era una forma de sacarla de la discusión nacional, pero qué, acá estaban las mujeres que respaldaban una línea de trabajo progresista al interior de lo que entonces llamábamos el partido de Estado. El único con todo el poder durante años, época donde no se había desarrollado la oposición real.

Esa solidaridad entre las priistas, en aquéllos años me llamó mucho la atención, sin la parafernalia de la sororidad o la algarabía de todas somos “hermanas”, ese acto fue un verdadero ejemplo de que aún dentro de un partido que creemos vertical, unas mujeres precisas que actuaron siempre juntas y en favor de los derechos de todas las mujeres. Tenían ejemplos como el de la Alianza de Mujeres de México, sin duda.

María de los Ángeles Moreno Uriegas perteneció a una generación de mujeres políticas, mujeres del  sistema, del partido único,  que fueron las grandes aliadas de las feministas de los años 70, y quienes en momentos clave usaron su poder, un poder real, para sumar a los derechos de las mexicanas. Es por ello que balbuceando algunos y algunas y otros con claridad reconocen en ésta mujer que nos dejó el 27 de abril, su integridad y congruencia.

Fue en la historia de México la tercera en el Gabinete y la primera en dirigir su partido nacionalmente, lo que la hace pionera. Pero lo más importante es que entre 1996 y 2019 estuvo y aportó a todas las discusiones sobre participación política, cuotas, paridad y derecho a la ciudadanía. En realidad su paso por la administración pública fue corto. 28 años estuvo en las lides políticas hasta el día que emprendió su viaje definitivo. Hace unos meses por su cumpleaños, se sumó a las preocupaciones por la agenda de género en este régimen.

La conocí y la trate, como otras muchas feministas de mi generación. Algunas de las cuestiones fundamentales donde su trabajo político fue indispensable las recuerdo muy bien. Ella era la jefa política de su partido en la Cámara de Diputados cuando se discutió la modificación de la legislación electoral para la cuota femenina en los procesos de elección; ella hizo en esos años costumbre los encuentros entre legisladoras; avaló con el poder que tenía cómo dentro del PRI, habría que discutirse la condición femenina.

Tal vez por ello Ma. Elena Chapa me dijo este sábado en que perdimos a Ma. De los Ángeles que no dejaba de llorar. Ella respaldada por estas mujeres, una generación formada a la vera de María Lavalle Urbina, como me contó con hartos datos y hechos Silvia Hernández, fueron quienes dentro del PRI iniciaron la discusión con algunos machos imposibles. Ma. Elena decía, recorrió el país hablándole a sus compañeros de partido para que entendieran el sentido y la dimensión de las Conferencias de la Mujer de la ONU.

Fueron estas mujeres quienes avalaron desde hace mucho tiempo el proceso despenalizador del aborto; las mismas que se levantaron contra la esterilización forzada en la época de José López Portillo; y ahí estaba Ma. De los Ángeles Moreno Uriegas, mucho más que pionera, que si lo fue, tenía una fuerza interna que yo conocí de sus labios muchos años después.

Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, ni para que recordarlo, a estas herederas del sufragismo se las marginó. Me dirán que no a todas. Pero si a la mayoría. Ma. De los Ángeles estuvo en la Asamblea; fue considerada parte de un consejo de personas experimentadas en el Senado. Pero se las eximió de cooperar como siempre en la marcha del gobierno peñista.

Cuando la entrevisté, ella administraba ya, como fue en los últimos años, un pequeño hospital y una escuela donde se formaban enfermeras. Su madre y su padre, dedicados a la medicina, hace mucho tiempo fueron pioneros de lo que recientemente conocimos como seguro popular.

Me contó como en su familia, donde fueron ella y su hermana, se le inculcaron los valores del servicio público y la preocupación por las cuestiones sociales y laborales. Me conmueve aún su relato de cómo fue a la escuela mixta, cómo hay pendientes para la igualdad y la necesidad de llevar la paridad a todos los ámbitos: María de los Ángeles Moreno fue una mujer congruente y siempre clara y transparente.

¿Se han fijado? Cómo esas mujeres de mi generación en la política oficial no están ni mencionadas en la corrupción, se dan cuenta cómo es -muchas por fortuna están vivas- esa una condición que conocer, analizar y si cabe juzgar.

Su padre fue de raigambre sindicalista, en el sector salud, creó una red de clínicas en muchas entidades del país, un área de formación. Uno solo quedó en Culhuacán, aquí en la ciudad. Ma. de los Ángeles fue quien cuidó este legado los últimos años de su vida.

Me contó como tuvo su techo de cristal cuando quiso ser candidata al gobierno de la Ciudad de México; cómo también llegó a la política tras el servicio público; y nos acodamos de los viajes, de los intríngulis para sacar votos en la Cámara donde se inició este largo proceso que en 2014 concluyó en la paridad electoral.

Este fin de semana todos y todas las políticas lamentaron su deceso; los grupos de mujeres e individualmente se expresaron. Los hombres dieron entrevistas, escribieron en sus redes sociales los expresidentes. El colmo, como pocas veces, AMLO reconoció en ella a una mujer valiosa. Es tan claro que nubla la vista. Ella logró un lugar en este país. Estudiar sus ideas y propuestas es hoy una tarea pendiente. Ricardo Monrreal anunció que se le hará un homenaje en el Senado. Faltaba más.

Sus datos curriculares son una necedad. Para no olvidar y tener material para el guion, la escaleta, la biografía. Etcétera.

Ella se integró al PRI desde 1970. Ocupo muchos puestos en ese partido como parte de su carrera política,  como subdirectora del IEPES; vicepresidenta de la Liga de Economistas Revolucionarios; integrante del Consejo Consultivo de la Confederación Nacional Campesina; así como del Consejo Consultivo y de la Comisión de Honor y Justicia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Fue coordinadora de las campañas de los candidatos a diputados de representación proporcional a la LV Legislatura del Congreso de la Unión de México (1991); y co- fundadora de Cambio XXI, Fundación Luis Donaldo Colosio.

También Ma. de los Ángeles Moreno Uriegas fue subsecretaria de Programación y Presupuesto, titular de la Secretaría de Pesca, lo que la convirtió en una de las dos mujeres en alcanzar el gabinete en 1988. Permaneció en este cargo hasta 1991, cuando se incorporó a la Cámara de Diputados. Allí presidió la Comisión de Programación, Presupuesto y Cuenta Pública hasta abril de 1993, cuando fue elegida presidenta de la Gran Comisión y con ello, coordinadora del grupo parlamentario del PRI. Posteriormente ocupó la Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Ese mismo año fue electa Senadora por el Distrito Federal y en diciembre se convirtió en la primera mujer en desempeñar la Presidencia del Partido Revolucionario Institucional, bajo la presidencia de Ernesto Zedillo hasta 1995 y cumplió el resto del sexenio como senadora. Al terminar el cargo, en 2000 fue electa a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, donde coordinó la bancada del PRI. En 2005 toma protesta como presidenta del Partido en el Distrito Federal. En 2006 se convirtió nuevamente en senadora, presidiendo la Comisión del Distrito Federal. Murió el 27 de abril de 2019.

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