Opinión

Kate Tempest
Alejandro García/ ]Efemérides y saldos[

CUANDO LA VIDA TE DA UN MARTILLO, TODO PARECEN CLAVOS.

Kate Tempest

Caminan por un Londres fundamentalmente nocturno. Viven su tercera década y, pese a recorrer los senderos indicados, no tienen claridad en su futuro. Pongamos el caso de Becky: 26 años, la primera alumna de su generación en la Escuela de Danza Contemporánea de Londres. Al egresar, no obtiene alguna de las cuatro plazas disponibles. Tiene que vivir de pequeñas participaciones en videos producidos por Marshall Law. Nada que le permita sostenerse ya no digamos cerca del arte, siquiera de una comercialización estable. Así que Becky tiene que dar masajes eróticos, lo que le proporciona entradas regulares de dinero y estar a la caza de algo que le permita hacer danza de valor estético. También tiene que ayudar en la cafetería Giuseppe, pues vive con sus tíos Ron y Linda, y con su primo Ted, propietarios del lugar.

   La gente vuelve a matarse por los dioses. El dinero nos está matando a todos. Viven bajo una soledad tan absoluta que se ha convertido en el tejido de las amistades. Pasan sus días contemplando cosas materiales. Existen entre la masa y sienten que forman parte del todo. No pueden aspirar más que a salir de noche hasta quedar despedazados, con la cara desencajada por el alcohol y las drogas que a la mañana siguiente verterán su odio sobre ellos.

   Completemos el entorno de clavos de donde proviene Rebecca. Es hija de un severo crítico del sistema que llegó a escribir un libro, un libro que hablaba sobre el poder (Cómo podemos alcanzar el poder sin que el poder nos alcance). Su madre fue una fotógrafa que renunció a su oficio por la maternidad y el hogar, con la aparente distracción de la labor social. Sólo que la fama de John Darke se estrelló con la vigilancia del poder, los tiempos duros de la Tatcher y fue llevado a juicio y condenado a prisión por tener relaciones con menores de edad, más otras acusaciones. Fueron a vivir con los tíos, madre e hija, pero Linda tuvo un proceso de aislamiento y crisis que la llevó a encerrarse en un convento y depositar a Becky con sus familiares.

   Vayamos un poco más atrás y descubriremos que Ron proviene de un Giuseppe que no era tal, sino un judío, Louis Shogovitch, que durante las escaramuzas de la Segunda Guerra Mundial tuvo que cambiar su placa de identidad para salvar el pellejo, dejando que el italiano se convirtiera en el judío. Cuando regresó a su casa, tuvo que aplicar las medidas correctivas que lo regresaran a la vida convencional. Ron no sólo es propietario del café del homenaje a la sobrevivencia, sino que mantiene algunas otras actividades en complicidad con su hermano Reg.

   Becky es uno de los personajes principales de cuando la vida te da un martillo (México, 2017, Sexto piso/ Instituto Veracruzano de la Cultura, 357 pp.) de Kate Tempest (1985), a quien tal vez el amable lector identifique en el mundo del rap, del hip hop y slams de poesía. Ésta es su primera novela y no ha estado exenta de debate en cuanto a su calidad. En lo personal, considero que se trata de una excelente novela, que dialoga con la narrativa arraigada en los márgenes y que viene desde los leñadores de Lawrence, hasta los obreros de las décadas de los 50 y los 60 con Alan Sillitoe a la cabeza. Con éste coincide también en la mirada hacia y desde los jóvenes.

   El otro logro, más en la construcción discursiva que en la temática, está en la atmósfera: la desconexión y la densidad. La forma como Tempest va presentando a sus personajes, a través de partes o episodios, da cuenta del estado de soledad que viven, su distancia y todo dentro de un medio que es espeso, en el que cuesta trabajo moverse, en el que las alternativas son pocas y tienden a borrar las diferencias y a negar un mundo de lemas y éxitos que en este escenario nunca aparecen.

   El otro personaje es Harriet o Harry. Se trata de una chica que vive de su trabajo en una oficina donde desempeña actividades de selección de personal. Al igual que Becky, Harry completa su salario con otra actividad: vende drogas. Le va muy bien, es exitosa, el medio no está reñido al interior, de modo que todo parece de maravilla. Se hace acompañar de León, un fortachón que le asegura su integridad en caso necesario. Hay un pequeño inconveniente: el capo, Pico, un peruano, cae a la cárcel por multas, y entonces Harry tiene que negociar con su sustituto. Y cuando esto sucede, se encuentra con que tiene que pagar el doble por la misma cantidad de material.

   Harry es lesbiana. Ha sido duro su recorrido y mantener sus preferencias sexuales. Tiene un hermano, Pete que se ha acostumbrado a vivir del subsidio al desempleo. Hace pequeños trabajos como cadenero en antros o actividades de una noche, nada que lo saque de su mundo de confort. En ese ambiente conoce a Becky (aunque ella ya lo había individualizado porque pasó por el café y llevaba el libro de su padre) y Becky conoce a Harriet, pues no sólo acomoda mercancía en la oficina. La atracción primera se da entre Pete y Becky. Es por los ojos el envión y a través del celular el contacto. Pete se las ingenia para conseguir la manera de encontrarla. Establecen una relación, mas Pete nunca entenderá las actividades de Becky como masajista.

   Harriet y Pete son hijos de Miriam y de Graham, abogado. Ahora ella está casada con David y tratan de mantener una buena relación. Todo indica que las actividades de Harry no son del conocimiento de sus padres. Por lo que toca a León, ha sido compañero de Harry desde que eran pequeños. Lo siguen siendo. Son los únicos a quienes pareciera unir un afecto además de una fidelidad, quizás porque no pueden tener una relación ni sexual ni amorosa. Eso los salva.

   Las crisis se presentan cuando Harriet y León golpean al nuevo capo y se llevan kilo y medio de cocaína y dinero y ponen a salvo lo que ellos llevaban para pagar el pedido. Ahora tendrán que decidir el camino a seguir. La otra crisis es el que Pete contrata a Dale para que llame a Becky, con su nombre de masajista, y se entere bien a bien en qué consisten sus masajes. En un mundo tan pequeño, tan distante, pero tan próximo, los tíos de Becky resultan afectados por el robo de la mercancía. Se enteran de que un vivo quiso apoderarse de todo y aprovechó su papel de intermediario para tratar de asaltar a Harriet, pero el caso es que ella se llevó todo. Y el otro asunto es que Becky, en una fiesta familiar, descubre en Dale, su masajeado x, como muy cercano a Pete.

   Se desplaza sobre él. Todo se desarrolla sin asperezas, teje un sentimiento entre ellos y, con toda naturalidad lo conduce hasta el punto inevitable. Cuando finalmente le toca la verga, se viene rápido. Ella le sonríe. Dale respira con breves jadeos temblorosos, la mirada embobado.

   La novela abre y cierra como un paréntesis en el hoy. El resto de los capítulos, divididos en dos partes, se refiere a lo sucedido un año antes. Es decir, el grueso de la historia es este desarrollo de los cuatro personajes y los pasos que los llevan a abandonar. Porque Harriet y Becky, en compañía de León, se escapan unos meses a viajar por Europa, viven un romance, gastan parte del capital. Al regresar, Becky volverá a sus actividades y Harriet es convocada por el antiguo capo que ya ha salido de prisión y le pide el reembolso de lo que se llevó y la garantía de que seguirá trabajando para él como antes. Harry también tenía un sueño, el de juntar un millón de libras para construir un centro de diversión que estuviera fuera de los convencionales, un espacio de convivencia y de encuentro. Así podrían salirse del círculo e intentar alguna convivencia más amable. Ante la huida, tiene la ventaja del encuentro con Becky, pero su objetivo se aleja. Cuando regresa, Pico, el capo, no le da opción.

   Ha trabajado como una burra y para qué. Sólo ha estado moviéndose en círculos. Sin haberse acercado nunca a nada. No realmente. Lleva la soledad que siempre ha conocido enredada en los tobillos, aposentándose.

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Guadalupe