Opinión

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Ivonne Melgar

SemMéxico

Llegamos al primer 8 de Marzo del sexenio del presidente López Obrador con la obligada tarea de confirmar nuestra agenda feminista.

Hablamos de la confirmación de nuestras causas en dos sentidos: frente al avance y ante los riesgos.

Porque ahí está, innegable, el primer gabinete federal con paridad de género en la historia de México.

Porque nunca hubo tantas secretarias de Estado confirmando cotidianamente la equidad: Olga Sánchez en Gobernación, Luis María Alcalde en Trabajo, María Luisa Albores en Bienestar, Graciela Márquez en Economía, Alejandra Frausto en Cultura, Rocío Nahle en Energía, Eréndira Sandoval en Función Pública, Josefa González en Medio Ambiente…

PARIDAD INÉDITA

Más allá del número, la bandera del gobierno y del ofrecido cambio de régimen es la igualdad social, un propósito que tiene como principales beneficiarias a las mujeres, quienes afrontan con mayor rigor los estragos de la pobreza y la marginación.

De manera que, en el proyecto de la denominada Cuarta Transformación, la población femenina es de facto destinataria de la justicia pendiente.

Y está ahí, producto de la progresiva lucha por la paridad de género, un Congreso paritario: 244 de un total de 500 curules en la Cámara de Diputados y 63 de los 128 escaños del Senado.

Derivado de esa condición legislativa, en el Parlamento mexicano fluyen las iniciativas de y para las mujeres.

La agenda feminista tiene portadoras y portavoces.

LOS RIESGOS DE LA 4T

Y, sin embargo, los riesgos para las principales causas de esta agenda se encuentran a la vista.

Por supuesto que es demasiado pronto, apenas van a cumplirse los primeros 100 días del sexenio, como para dar por hecho las tendencias que ahora nos preocupan.

Pero lo cierto es que esas tendencias están ahí y sus manifestaciones trasminan la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.

Desde nuestro punto de vista, son cuatro riesgos los que ahora nublan esta efeméride: la cancelación o acotamiento de programas sociales relevantes para la agenda feminista; el desdén hacia las organizaciones de la sociedad civil; el llamado súper presidencialismo, y la neutralidad frente a los conservadores.

Veamos cada uno de estos riesgos.

ESTANCIAS Y ALBERGUES

Insistimos en que todavía es muy temprano para sacar conclusiones apresuradas sobre el manejo de la agenda feminista en el actual gobierno.

Pero resulta innegable la incertidumbre que han desatado algunas medidas contrarias a programas que contribuyen a aliviar la carga y los problemas de las mujeres: el cambio de reglas en el manejo de los recursos públicos para las estancias infantiles y los albergues para mujeres víctimas de violencia.

Paralelamente, las unidades de género se reducen en las dependencias del gobierno federal. Pero al margen de este ajuste administrativo, los abruptos cambios en el manejo de las estancias y los albergues, da cuenta de un giro histórico de los programas con enfoque de género.

Se trata de la centralización por parte del gobierno de los servicios que surgieron como iniciativas de la sociedad civil o bajo la conducción de ésta.

En el caso de las estancias, el Presidente López Obrador señala que son espacios de corrupción y simulación. Y justifica así el fin de su financiamiento. En su lugar, anuncia que los apoyos se darán a las familias de manera directa, a fin de que éstas determinen si utilizan ese apoyo para pagar una estancia o lo transfieren a la ayuda de los abuelos, por ejemplo.

Respecto a los albergues, después de una semana de confusión, el gobierno anunció este miércoles 6 de marzo que éstos seguirán, pero bajo un mayor control de la Secretaría de Gobernación.

SOCIEDAD CIVIL APESTADA

Independientemente del curso que tomen ambos programas, el daño está hecho hacia las organizaciones de la sociedad civil (OSC) que venían administrando los albergues y hacia el cuerpo de directoras de las estancias infantiles.

Porque en ambos casos el Presidente ha cuestionado el rol de las organizaciones no gubernamentales, marcándolas como intermediarias costosas, prescindibles y sin razón de ser.

La gravedad de esta tendencia es que la impugnación gubernamental hacia las OSC trasciende el tema estancias y albergues, afectando la amplia y diversificada agenda feminista, históricamente en manos de esas organizaciones.

Ese es el punto de mayor peligro: el ninguneo, el desdén, la satanización de esfuerzos ciudadanos en contra de la violencia hacia las mujeres y en defensa de los derechos reproductivos, por mencionar dos asuntos clave.

Sin las activistas de las OSC visibilizando el feminicidio como tal, habría sido imposible en México hacer conciencia sobre este fenómeno.

Lo mismo puede sostenerse para el avance experimentado en el país en la despenalización del aborto.

PRESIDENTE AMADO Y TEMIDO

Aún es posible que en lo sucesivo se ponga freno a este discurso anti sociedad civil organizada. Es cuestión de que el Presidente así lo quiera.

Y ese es el riesgo mayor para la agenda feminista: la fuerza mediática, política y social de la palabra presidencial que parece inhibir y en ocasiones paralizar a las propias feministas de Morena.

No vamos a dar ejemplos y mucho menos nombres de casos de evidente pasmo. Por respeto a ellas, luchadoras sociales de larga trayectoria. Y porque todavía estamos en un proceso de reacomodo de pesos y contrapesos.

Pero lo visto hasta ahora nos permite alertar que existe en el movimiento feminista de Morena un auténtico fervor hacia su líder político, sentimiento que les impide a las activistas cuestionar abiertamente las decisiones presidenciales contrarias a la agenda de las mujeres.

Este fervor de legisladoras, funcionarias, políticas del partido en el poder ha impedido la defensa de causas que, en otros tiempos y contextos, habrían sido intocables.

La explicación es política: las feministas de la 4T confían en su líder y acomodan sus argumentos a los argumentos presidenciales, porque esperan que éstos sean corroborados en la realidad.

Esa confianza ha impedido que hasta ahora las feministas de la 4T tomen en serio un tema de fondo al que, si realmente son feministas, deberán hacerle frente más temprano que tarde.

Nos referimos al hecho de que una sociedad democrática y que aspira a la igualdad y a la equidad sustantivas, no puede, bajo ninguna explicación, darse el lujo de otorgarle a un solo hombre el poder del cambio y de las definiciones de la vida pública.

Así que por más idolatría que exista en torno a la figura presidencial, las feministas de la 4T deberán asumir su responsabilidad política en este momento del país y parar el culto a la personalidad.

Porque esa cultura del súper presidencialismo, lo saben ellas, abona en un patriarcado político que ninguna sociedad moderna merece.

CONSERVADORES VS FEMINISMO

A manera de hipótesis, aventuro aquí el riesgo de que si el feminismo de la 4T sigue sin activarse y tomar en serio las voces críticas y lastimadas del feminismo de las OSC, las promesas de despenalización del aborto se quedarán en el papel.

Es evidente que el Presidente supo en campaña conciliar las promesas de cambio y de preservación tanto para los grupos feministas como para los conservadores.

Pero gobernar es otra cosa. Y todo apunta a que se impondrán las banderas Pro Vida, cuyos defensores se reivindican afines a López Obrador.

Espero equivocarme. Sin embargo, hoy, de cara a lo observado en las últimas semanas, los conservadores de la 4T se van a madrugar a las feministas.

Que la boca se me haga chicharrón.


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