Opinión

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Natalia Vidales

SemMéxico

Aunque cada año, cada  lustro y cada  decenio,  se  conmemora  el movimiento estudiantil del 2 de Octubre de  1968,  para ésta próxima ocasión tan idónea  por tratarse de los primeros 50 años de aquella  represión   --ocurrida   en la Plaza de las Tres Culturas de la CDMX--  se preparan eventos  especiales.  Han sucedido   hoy dos eventos que la distinguen por ominosos.

Los estudiantes en nuestro país  dejaron de manifestarse masivamente –más allá de reclamos académicos específicos y limitados—  un poco después de aquel incruento episodio del ’68.

En 1971 se dio, también   aquel famoso “halconazo” en contra de los restos de las movilizaciones estudiantiles, pero de  entonces para acá los universitarios se dedicaron “por fin” a su tarea de estudiar en vez de alborotar.

¿Recuerda Usted aquella frase revolucionaria   que  respondía a la exigencia conservadora de que “los muchachos”  se dedicaran a estudiar, diciendo “Okey, pero ahora  preguntamos nosotros  ¿qué vamos a estudiar?”, señalando  así el establishment retrógrado   de la formación universitaria?

Enseguida todo cambió y durante decenios los estudiantes permanecieron en las aulas ausentes del acontecer social. Por una parte se decidió que la juventud era una fuerza que convenía mejor convencer que enfrentar y –como un nuevo fenómenos sociológico--  cambiaron la rebeldía por la moda: se empezaron a ver  preparatorianos e universitarios más preocupados por su peinado y ropa de marca  que por sus posiciones políticas. Se puede decir que se fueron, pues, al extremo porque se convirtieron en apáticos ante su entorno ciudadano.

Acá Sonora, siempre anticipada a los escenarios nacionales tuvo su propia “revolución de bolsillo” en 1967 con un destacado papel de la juventud; y tardíamente en 1973 terminó su activismo, sepultado  por el  gobernador Beltrones, cuando su primera ley, en 1991, consistió en que los estudiantes no tuvieran ni voz ni voto en el Consejo de la UNISON (como ocurre hasta hoy).

Así,  tanto nacional como localmente los movimientos estudiantiles cesaron durante décadas. A ello abonaron, también, las crisis económicas sexenales, y los estudiantes (a diferencia del desarrollo económico estabilizador de los 50´s, 60´ y principios de los 70´s con un crecimiento sostenido del 6% anual y en que los mantenían sus padres) tuvieron, como actualmente sucede,  que estudiar y trabajar y olvidarse del quehacer político y social y dedicarse, más recientemente a (con un pobre 2% anual de crecimiento).

Los dos eventos que ominan el futuro son: uno, las recientes marchas en la CDMX  que se iniciaron con breves reclamos académicos (igual que aquella mecha que incendió 1968), pero que creció por la aparición de grupos de choque y que avista el escalamiento del problema y la inclusión de intereses políticos (aunque ciertamente la reacción oficial dista de aquel entonces para ahora atender los reclamos).

Y dos: el aviso del vocero de AMLO, Jesús Ramírez Cuevas, de que el aniversario de la matanza del 2 de Octubre del ’68  coincide venturosamente  con la democracia en México. Eso es falso porque la alternancia democrática  se dio el año 2000 con la llegada primero de la derecha con  Fox a la presidencia; segundo porque los jóvenes de esa época o ya murieron,  o se sumaron a lo establecido por aquello de que “quién no es comunista de joven está enfermo del corazón, pero quien lo sigue siendo después de los 40 está mal de la cabeza”; y  tercero porque si a medio siglo de aquel movimiento le sumamos el movimiento de MORENA, tendremos dos, cuando ahora lo que ya se requiere es gobierno, no movimientos.

Por último-…..

Mario  Welfo  Álvarez Beltrán del ISC.

El titular del ISC nos aclara que el requisito de ser sonorense por nacimiento para participar en el Premio a la Cultura y las Artes 2018  –cuya exigencia aquí señalamos de discriminatoria— se tomó de común acuerdo con el resto de los organizadores, pero que si hay quejas podría extenderse a todos los sonorenses.  

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