Opinión

Xavi Ayén
Alejandro García/]Efemérides y saldos[

A Ángel Amador, en su aniversario

Según cuenta Eligio, en su primera semana la novela [Cien años de soledad] vendió 1,800 ejemplares, situándose en el tercer puesto de la lista de best sellers de Primera Plana, y triplicó esa cifra a mediados de su segunda semana, cuando alcanzó el primer puesto en el ranking de Clarín. En su primer año, 1967, vendió 15,000 ejemplares. A partir de ahí, 100,000 anuales, una cifra jamás vista en la historia de la literatura latinoamericana. El éxito sorprendió a la propia empresa. En 1996, cuando Eligio García visitó Buenos Aires, la novela llevaba ya “más de cien ediciones y más de dos millones de ejemplares vendidos en Buenos Aires y el llamado Cono Sur”. Aunque los cálculos son aproximados, Balcells cree que el libro “debe haber vendido más de treinta millones de ejemplares”.

Xavi Ayén

El estudio de Xavi Ayén, periodista barcelonés de sólida trayectoria profesional del diario La Vanguardia, viene a demostrar que en absoluto estaba todo dicho respecto del boom.

Carmen María Martín del Pino

Aparecido un mes después de la muerte de Gabriel García Márquez (1927-2014), Aquellos años del boom. García Márquez, Vargas Llosa y el grupo de amigos que lo cambiaron todo de Xavi Ayén (Barcelona, 2014, RBA, 876 pp) es una nueva versión sobre escritores y obras literarias latinoamericanas que durante las décadas de los 60 y los 70 fueron identificados como integrantes del boom. Desde muy temprano hubo libros y autores que celebraron las virtudes de esa narrativa. Es el caso de Los Nuestros, 1966, de Luis Harss, en donde entrevistó a estos creadores de mundos. A él se atribuye la invención de la explosiva palabra. En 1969 Carlos Fuentes (1928-2012) publicó La nueva novela hispanoamericana, donde ubica las novelas y los autores en su presente y en sus nexos con la generación anterior, libro donde la militancia del autor (no se puede autocomentar) se escuda en la objetividad de la existencia de las obras, de su éxito entre los lectores y de los valores literarios que él desmenuza. José Donoso (1924-1996) nos entrega en 1972 Historia personal del boom y allí construye un testimonio sobre el grupo y sus obras y sobre el carácter de líder del mexicano Fuentes.

   A estos libros agregaría dos ejemplos más: Historia de la literatura hispanoamericana de Jean Franco, de 1973 (traducida al español en 1975). La autora dedica apartados ya a Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) y menciona a José Donoso. Para ella el punto de arranque de nuestra literatura contemporánea está en Buenos Aires y de allí se expande (o se contagia) a otros países de América y de Europa. El otro ejemplo se encuentra en los textos “Injurias y aplausos para José Donoso” en Gente así (2008) y “Las uvas estaban verdes” en Más gente así (2013) de Vicente Leñero. El ganador del Premio Biblioteca Breve 1963 quedó fuera del llamado cogollo del grupo y en esos escritos cuenta su diferente perspectiva con respecto a Donoso y la imposibilidad de pactar con los traductores y por ende su fracaso en ser parte de los protegidos de Carmen Balcells.

   El libro de Xavi Ayén es la versión de otra generación de lectores y sin duda está dirigida a otras ajenas a él. Lo interesante es que reúne muchas de esas perspectivas parciales y tiene la posibilidad de aglutinar cabos a toro pasado. Es un trabajo exhaustivo y da sus referentes que le permiten ordenar el material de determinada manera. Empieza por las B. Barcelona, Balcells, Barral (Carlos), Barral (editorial) Biblioteca Breve (Premio), Barbudos cubanos que entran a la Habana en 1959.

   Al contrario de lo que sucede en Nada la novela de Carmen Laforet, donde la chica pasa duras pruebas en Barcelona para terminar encontrando la posibilidad de redención en Madrid, la capital catalana se convirtió en venturoso territorio donde coincidieron escritores, editores, representantes, casas editoras, premios que hicieron posible en primer término la profesionalización del escritor: vivir de escribir, obtener beneficios sociales y materiales a partir de su oficio de escritores.

   El arranque está en el otorgamiento en 1962 del Premio Biblioteca Breve al peruano de 26 años Mario Vargas Llosa. Es el inicio de narrativas con realidades brutales, espléndidamente escritas que contrastan con cierta tibieza de la novelística española, con aislados productos de Luis Martín-Santos, Luis Goytisolo, Juan Marsé, Daniel Sueiro, Juan García Hortelano, José Manuel Caballero Bonald, copados por la censura, la cual se detendrá un poco al ser otros los referentes. Y el avivamiento del mercado editorial permitirá que algunos de los autores peninsulares puedan ser publicados en otros países sin sufrir merma en sus textos.

   Carlos Barral transforma la editorial de la familia (de los Seix y los Barral) de una empresa de libros de ensayos y tratados en una robusta colección de literatura, sin abandonar la otra. Buena parte del pensamiento humanista pasó por Seix Barral, lo mismo harán novelistas del viejo continente con el agregado de los latinoamericanos. De la empresa se desprende Carmen Balcells, quien se convierte en representante de los escritores y en luchadora de sus derechos, los beneficios de ellos, son beneficios de ella. Al principio es socia de la esposa de Barral, pero pronto ésta se separa. Balcells se convertirá en solución a los problemas de sus representados, para empezar el de tener una administración de sus recursos que le permitan seguir escribiendo. Ofrecerá los derechos de traducción a otros países. Uno de los mayores logros de Balcells es la consecución de que las obras se contrataran por ediciones y no que las empresas se quedaran con los derechos de por vida.

   El resultado es que el gobierno cambió la ley: hizo que un escritor ya no pague impuestos por la totalidad del anticipo que le da la editorial, sino solamente por los libros vendidos durante ese ejercicio.

   El libro de Ayén también permite conocer esas familias de libreros que están a veces detrás de su razón social y que son apellidos. A pesar de las duras condiciones políticas, muchas veces acordes con ellas, los libreros españoles tienen una larga tradición y sus hombres se expandieron por el mundo y sus rastros pueden ser seguidos en países como Argentina y México. Barral es quien da el salto cualitativo, su trayectoria es ahora más apreciable a partir de una cierta similitud de desarrollo de empresas como Anagrama.

  Otra fecha fundamental es en 1967, cuando en editorial Sudamericana publica Cien años de soledad del colombiano Gabriel García Márquez y se convierte en un best seller. No es el sector de críticos o comentadores de libros el que lanza a la fama a la obra, es el lector común que la compra en los kioscos y la cuenta y recomienda de boca en boca. Tanto García Márquez como Vargas Llosa vivirán una temporada en Barcelona, allí convivirán sus familias, escribirán obras y recibirán de paso a autores como Julio Cortázar u Octavio Paz o contribuirán a que se establezcan José Donoso y Jorge Edwards.

   Barcelona es fundamental, es la cabeza de playa, pero Buenos Aires ya había atacado antes de 1967, cuando dio a la luz Rayuela (1963) de Julio Cortázar. De ventas cortas en Bestiario, el editor lo sostiene y poco a poco esta difícil obra en su lectura se convierte en espacio de juego y posibilidades combinatorias de los jóvenes. El fenómeno Cien años de soledad ayuda a que se catapulten las ventas de Cortázar.

   Otro filón se encuentra en México con Carlos Fuentes como pivote y animador. José Emilio Pacheco cuenta la expectativa que generó en la ciudad la publicación de La región más transparente. Con La muerte de Artemio Cruz el éxito fue rotundo y la calidad pareció abrumar con Cambio de piel, premiada también con el Premio Biblioteca Breve. La acción de Fuentes va más allá de México y la historia de José Donoso es ilustrativa, cuando éste le comenta que tiene una novela (Coronación) que se ha publicado casi en familia, Fuentes le manda un ejemplar a su representante, quien le consigue, sin pasar por editorial importante en lengua española, la traducción al inglés.

   Líneas arriba escribía de los barbudos cubanos. En casi todas las explicaciones sobre el “Boom” se habla de un impacto y hay quien asegura que ante el agotamiento del mercado europeo fue el trueno que permitió buscar otros autores y otras obras. Así como se reunieron en Barcelona, los escritores latinoamericanos se unieron al entusiasmo en torno a Cuba y su Casa de las Américas y en 1971, a propósito del caso Padilla se produjo la ruptura que dejó a amigos tan entrañables como García Márquez y Vargas Llosa en bandos opuestos. Tal amor por la revolución estuvo a punto de otorgar un premio BB a Lisandro Otero, pero se cuenta que el poeta Padilla maniobró para que se premiara a Guillermo Cabrera Infante en un momento en que, por cierto, todavía no se retiraba del régimen castrista.

   Una de las virtudes de este libro de largo aliento es que no deja de lado el anecdotario. Abre con la famosa escena de Mario Vargas Llosa propinándole un puñetazo en el ojo a Gabriel García Márquez y Elenita Poniatowska, en los aledaños al Palacio de Bellas Artes,  en busca de un filete crudo para ponerle en la zona afectada. Muy avanzado el volumen dará una explicación sobre la causa de esa reyerta en donde los celos y la intromisión de los amigos en las luchas de pareja suelen terminar en violencia. O están las gestiones de Carpentier para que Vargas Llosa donara a la Revolución cubana el dinero del Premio Rómulo Gallegos con la promesa de que el dinero se le sería discretamente devuelto. O la triste suerte de los dos hijos de Carlos Fuentes. O la búsqueda por parte de Carlos Barral de Fernando Tola en un pueblito de Puebla en el que había establecido su editorial Premià.

   Una vez, fue a poner gasolina en su impresionante BMW de color azul metalizado —que se compró en 1973—, y el operario de la gasolinera le dijo: “Vaya cabrón debe de ser tu jefe para poder comprarse ese coche, porque Gabo llevaba el mono puesto.

   Entonces no sólo es Barcelona, es Buenos Aires, es México, es Santiago, es La Habana, es París. Entonces no es sólo Vargas Llosa, tampoco sólo García Márquez. Parece inevitable que este trébol sea de cinco hojas, pero sólo cuatro sean constantes, agregando a Fuentes y a Cortázar. El otro lugar a veces es Donoso, Cabrera Infante, Carpentier, Bryce Echenique, Edwards, Goytisolo o lo que el lector quiera. Quizás la verdad actual sea que sólo hay dos hojas, la de García Márquez que no parece purgar su fama y la de Vargas Llosa que aún no muere, aunque ya ciertos sectores izquierdistas dicen que hace rato hiede. Los dos Premio Nobel, los dos no podrán ser borrados de esa lista y de ese status.

   Al margen de pleitos y de diferencias, desde los años 60 la literatura latinoamericana ocupa un lugar sobresaliente en la universal. Es cierto que los Modernistas y los que Anderson Imbert llamó Cosmopolitas lograron su madurez y su identidad en el discurso literario, pero la fama, el éxito, la venta, la influencia, que benefició a los anteriores, es logro de los autores del boom. Es una gama amplia, de la popularidad de García Márquez a la lectura en clave de Cortázar, de la construcción de universos reales de Vargas Llosa al humor corrosivo de Cabrera Infante, del intento por aprehender un país como dijeron Balzac y  Borges de Fuentes, a la decadencia de la sociedad y el alma de Donoso. Y están los que antes fueron y los que vinieron y vendrán.

   Quizás ahora Fuentes y Donoso enfrentan la sanción lectora, quizás ahora Cabrera Infante recibe el castigo de la doble moral contra la risa, pero allí están las obras, listas para las generaciones actuales y las historias como la de Xavi Ayén para recordarnos que América no nació ayer.

e-max.it: your social media marketing partner
Guadalupe