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A nadie conviene una sociedad polarizada como en la que nuestro país ha estado inmerso y en aumento. El sábado pasado, el periodista Ricardo Alemán -quien escribe su columna en Milenio Diario, conductor titular de dos programas televisivos, uno en Televisa y otro en Canal 11- lanzó un tuit amenazador que desató una ola de críticas, confrontación y presiones a nivel nacional en la famosa red de Twitter.
El tuit era en cierto sentido estricto, una apología del delito, pues incitaba no solo a la violencia, sino al asesinato de Andrés Manuel López Obrador. Citó: “A John Lennon lo mató un fan; A Versace lo mató un fan; A Selena la mató una fan; A ver a qué hora, chairos”, lo que desató la crítica generalizada en las redes sociales y el día de hoy, en los medios de comunicación.
Entre las reacciones que descalificaron la actitud de Ricardo Alemán, se encuentran los comentarios y señalamiento de juristas; el ex fiscal de PGR; analistas de todas las tendencias ideológicas; activistas; seguidores de AMLO; políticos; docentes e investigadores serios que lo condenaron. Incluso simpatizantes de otros candidatos.
Ante ello, Televisa y Canal Once emitieron cada quien un comunicado en el que daban por terminada la relación laboral con Ricardo Alemán. Además de lo anterior, cientos de usuarios ejercieron su derecho de denuncia en la red de Twitter por incitar a la violencia, lo que provocó una respuesta del periodista a las redes sociales a través de un video en el que “ofrece disculpas” por “una errónea interpretación”. Se mofa, y termina lanzando nuevamente un insulto a la “legión de idiotas”, en clara alusión a los morenistas.
En un país como el nuestro, en donde a diario se cometen delitos de toda índole en niveles alarmantes, donde el asesinato o ejecución son el pan de todos los días, no debemos permitir conductas antisociales como la de Alemán, quien hace tiempo ha estado confrontado con un sector de la sociedad e incitando al odio y a la violencia, como si México necesitara más de ello.
La Ley electoral, incluye un apartado sobre la violencia política, además del Código Penal Federal en relación a la apología del delito, en ambos casos existen amonestaciones o castigos. En la elección presidencial de 1988 y en las últimas tres elecciones presidenciales, nuestra sociedad ha estado confrontada y ello contribuye al reflejo de nuestra conducta intolerante y radical en materia electoral, y qué decir en las conductas cotidianas de la sociedad.
Tenemos historia y ha sido dolorosa. De la dura experiencia nacional de un magnicidio en plena campaña en 1994 con Luis Donaldo Colosio, ¿acaso no aprendimos de las secuelas que deja un magnicidio de esa naturaleza? 2018, en nada se parece al ’94. Hoy habría reacciones sociales de muy alto impacto, ante un sistema político en decadencia y agotado, con instituciones endebles y las miradas del mundo en México ante los graves índices de violencia, asesinatos de periodistas, de políticos, de sociedad en general. A lo anterior, debemos agregar la velocidad de la información y la capacidad de organización a través de las redes sociales.
Resulta positiva la acción emprendida por Televisa y Canal Once, ante los graves señalamientos hacia Ricardo Alemán. Lo sucedido, debe servir de ejemplo y reflexión de todos –pero sobre todo de los periodistas que tienes a su disposición la difusión a través de medios masivos- para dejar de incitar a la violencia con campañas de odio a los adversarios de nuestras preferencias electorales, del color que éstas sean.
No deberíamos de fomentar esas conductas antisociales que habrán de tener repercusiones en la vida nacional. Es nuestro deber ciudadano participar activamente del proceso electoral en curso, pero hay canales para ello y sobre todo, debemos privilegiar el diálogo, el debate, la difusión de propuestas, pero no la violencia verbal y mucho menos la física.
Participemos con responsabilidad. Al final de cuentas, habremos de emitir cada quien y de manera libre y secreta, nuestro voto en particular.
SEM/gr
