Opinión

Carlos SlimPorfirio Muñoz Ledo

Suelen decir los críticos cinematográficos que las verdaderas películas realistas son las de ficción, así nuestra coyuntura política se explica en el preámbulo de la saga fílmica que dirigiera George Lucas: “El Imperio contraataca ante el surgimiento de una nueva esperanza republicana”, donde se alude a que la unificación galáctica sería democrática o francamente oligárquica. En México se ha vuelto indiscutible la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador. Lo dicen las matemáticas, las encuestas, la voz popular y la opinión internacional. Según el estudio coordinado por Leo Zuckermann a partir de los datos de las más creíbles encuestadoras, el candidato de Morena tiene el 92% de posibilidades para ser ganador en los comicios del primero de julio. Es decir, tenemos ya un Presidente de la República virtual y la actitud patriótica debiera ser la organización racional de la transición.

Sin embargo, la red de intereses a los que ha servido la máscara del poder político durante los últimos tres decenios desató ya una feroz campaña para amenazar al próximo mandatario con una crisis económica en el primer año de su gestión. Por añadidura, la Cámara de Diputados acaba de votar una reforma constitucional para abrogar el fuero a todos los funcionarios públicos; propuesta de la izquierda durante largo tiempo que fue sistemáticamente bloqueada por el PRI y el PAN. En este caso lleva dedicatoria. Oh paradoja: el impeachment contra la democracia. A esta campaña no ha faltado el mayor empresario del país, Carlos Slim, quien otrora se asoció con AMLO cuando era Jefe de Gobierno de la ciudad, para la reconstrucción del Centro Histórico. Su posición amenazante de hoy sólo se explica por la intención de acaudillar al sector privado e iniciar negociaciones antes de que asuma su cargo el próximo Presidente, lo que ocurrirá hasta el 1 de diciembre.

La declaración del ingeniero es sorprendente: “suspender el proyecto, es suspender el crecimiento del país”. Esta afirmación resulta monopólica e insostenible en función de la inmensa pluralidad económica de México. Se trata de organizar un búnker político y financiero cuyo eje sea el Edomex. El tema del nuevo aeropuerto lo ejemplifica: el traslado de miles de millones de pesos a nuestra entidad vecina, designada sede del aeropuerto, en vez de la Ciudad de México. Las cifras relativas a las inversiones futuras en operación, mantenimiento y actividades comerciales, resultan todavía mayores a las de los gastos de su construcción. La organización México Evalúa concluyó que los proyectos de obra pública son el rubro más corrupto a nivel nacional y mundial. El Banco Mundial afirma que “la contratación de servicios de construcción bajo prácticas ilícitas y opacas tiene un impacto negativo en la rentabilidad económica de cualquier país”. Por su parte, el FMI sentencia que “cuando los proyectos son manejados bajo irregularidades, acaban financiándose obras públicas innecesarias que sólo satisfacen los objetivos de ciertos grupos de interés”.

La clase gobernante está dominada por el pánico, en la prisa histérica de acotar las decisiones del próximo gobierno, principalmente por lo que se refiere a la responsabilidad de los servidores públicos. También para reducir los márgenes de decisión sobre cuestiones estratégicas del país. La Cámara baja tiene a discusión una iniciativa que pretende crear la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y Medio Ambiente del Sector Hidrocarburos, con la que se pretende cerrar la puerta a la revisión de los contratos de exploración y explotación de recursos petrolero y con ello atar de manos a la administración entrante.

François Mitterrand relata anécdotas que son relevantes para nuestro presente político. Después de muchos años de gobierno de la derecha y de una izquierda falsaria, ganó las elecciones de 1981 en alianza con el Partido Comunista. A pesar del gran viraje ideológico que ello representaba, el Presidente Giscard d'Estaing promovió una transición de Estado. Mitterrand cuenta que días antes de su toma de posesión, recibió a un militar de alta graduación encargado de explicarle los secretos mejor guardados del ejército y el uso de los dispositivos nucleares. El mensaje fue: la soberanía popular decide, pero Francia prevalece. Eso quisiéramos decir en México.                              

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