Opinión

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ROSALINDA HERNÁNDEZ ALARCÓN

Desenredo

Cimacnoticias | Guatemala, Gua.

Resulta oportuno hablar de periodismo, esta profesión que a muchas personas nos entusiasma y nos motiva a leer, escribir, entrevistar, investigar, opinar, en suma: elaborar materiales en los que podemos concretar un compromiso social a favor del bien común, del buen vivir.

Ciertamente, un reto complicado cuando predominan en los medios corporativos las visiones empresariales que desvirtúan los Derechos Humanos y se sigue utilizando el cuerpo de las mujeres como mercancía y para estimular el morbo.

Hablar de un periodismo incluyente cobra importancia porque significa reconocer la diversidad de las personas y realidades que existen en un país como Guatemala, donde predomina la injusticia social.

El 30 de noviembre se conmemora el Día del Periodista, pero si esta profesión la desempeñan mujeres y hombres, sería pertinente que para el próximo año, se conmemore a Mujeres y Hombres Periodistas en un día en el que se haga explícito cuáles medios o periodistas han atentado contra el derecho constitucional (reconocido en tratados internacionales) a la libre emisión del pensamiento.

Se requiere hablar de periodismo incluyente además porque los medios de mayor impacto siguen manipulando informaciones, invisibilizando temas y actores políticos (especialmente a las mujeres y pueblos indígenas) o tergiversando opiniones para descalificarlas.

Todas estas actitudes representan una violación a la libertad de expresión, pero pasan sin sanción alguna como algo “natural” e intrínseco del periodismo.

Los medios de comunicación tienen una línea editorial y en el entendido que gozan de la libertad de prensa, tienen la prerrogativa de definir sus enfoques sin cortapisas.

Pero esto no significa que se acepte sin cuestionamientos que un consorcio televisivo y cadena radial se conviertan en voceros de la casa presidencial, que se considere delincuentes a las personas opositoras al modelo extractivista o que se tergiversen impunemente las voces entrevistadas, en especial las feministas, cuyos planteamientos revolucionan las visiones conservadoras, acríticas o llenas de prejuicios perennes desde la época de la Inquisición (ciega obediencia, subordinación jerárquica).

Sin duda, en el periodismo tienen cabida las voces de cualquier agrupación, incluso las más rancias. Un ejercicio periodístico incluyente abre espacios para dar a conocer opiniones diferentes o poner frente a frente visiones contrastadas, es una práctica acertada; pero cuando se recurre a la tergiversación de las declaraciones por considerarlas contrarias a su línea editorial, es a todas luces una actitud que viola la ética periodística.

En Guatemala, existe una ciudadanía movilizada, que exige erradicar la corrupción, propone cambios que contribuyan a evitar los abusos de los poderosos, por tanto, requiere la difusión de opiniones diversas, demanda acabar con el predominio de las voces masculinas con corbata y quiere conocer realidades ocultas por los conservadurismos.

En consonancia con la situación actual, quienes reivindicamos el ejercicio periodístico incluyente, tenemos que insistir que se viola la libertad de expresión y el libre acceso a la información cuando se borra o manipula de las agendas periodísticas determinados temas y fuentes, es decir, cuando se ignoran los requerimientos de una ciudadanía activa.

* Periodista mexicana, residente en Guatemala y coeditora de la publicación feminista LaCuerda.

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