Opinión

barcelonaYa en otros lugares habían golpeado a personas mayores, niñas y niños, y habían destruido las urnas

SONIA GARCÍA *

 

SemMéxico, Barcelona, 3 octubre 2017.- Lo más impresionante de la jornada electoral del pasado domingo, ha sido ver votar a las mujeres ancianas, de más de 80 años, que han pasado por casi todo esta última centuria. Curiosamente este año se cumplieron ochenta de que las mujeres pudieron acudir por primera vez a las urnas. Aunque con la dictadura de Franco ese derecho se suspendió hasta 1977, hace 40 años. Fechas emblemáticas que se cumplen este violento 2017, al menos en Catalunya.

Por mi parte, en 14 años que tengo de vivir en Barcelona nunca me hubiera imaginado ver nuestro espacio cotidiano subvertido por la presencia policial. Ya veníamos alterados por los recientes atentados que sacudieron el corazón de Barcelona, cuando de pronto las calles y escuelas, convertidas en colegios electorales sin autorización judicial, se llenaron de policías y se vivieron momentos de una violencia inusitada, propio de una dictadura.

Había estado parte de la mañana esperando votar en la fila del colegio electoral que me corresponde. Antes, bajo la lluvia, habíamos recorrido otros colegios para ver si estaban funcionando con normalidad y nos habíamos encontrado filas y filas de personas deseosas de ejercer su derecho cívico.

Varios furgones llegaron hasta La Escola Pia de Sant Antoni, en los que la multitud se resistía pacíficamente al decomiso de las urnas. Luego la gente empezó a corear ¡Votarem! ¡Votaremos! Y los antidisturbios se vieron presionados a hacer unos tiros al aire de pelotas de goma para persuadir a los ciudadanos a que se dispersaran.

Fueron momentos de tensión y de miedo a sabiendas que ya en otros lugares habían golpeado a las personas mayores y niños y habían destruido las urnas donde la gente estaba depositando sus votos.

Cuando se tranquilizaron las cosas y la gente se retiró a otro centro de votación me trasladé al que me tocaba, donde también cientos de personas resguardaban la entrada. Allí me encontré a una de las vecinas que nació hace más de 80 años en el mismo edificio en el que vivo.

“Me consuela que estés aquí”, me dijo preocupada y al mismo tiempo esperanzada en que la jornada continuara con más tranquilidad. Me han dejado votar primero por mi edad, dijo con lágrimas en los ojos. Cojea por una afección que tiene en la cadera y, presumida, decidió que ese domingo no llevaría muleta. “Pero ahora tengo que correr a casa porque tengo miedo que otra vez venga la policía y nos maltrate”, enterada ya de las cargas policiales que se estaban llevando a cabo en otros lugares.

Ese sábado me había desvelado escuchando el ruido de los helicópteros que sobrevolaban el cielo catalán a altas horas de la noche. A las 22.00 horas, habíamos participado en la cacerolada como protesta a las amenazas del gobierno español que había estado requisando las papeletas e intentando cerrar los colegios que habían tomado los padres y maestros que aprovecharon para realizar actividades festivas con motivo del Día de la Música, celebrado el sábado.

Aunque la presencia policial provocaba escenas dramáticas, las noticias por las redes corrían como reguero de pólvora, sin eufemismos esta vez, pero lo que más me llamaba la atención eran los ancianos y las ancianas, quienes bajo la lluvia esperaban hasta más de tres horas para votar. “Miles de personas mayores sacaron fuerzas de donde casi no había movidas por su gran sueño”, constató Patricia Castán en El Periódico de Catalunya. La presencia de ancianos era tan numerosa que se abrió un pasillo para darles paso antes de que alguno desfalleciera. Al salir, todos les aplaudíamos y en algunos se reflejaba la emoción a través de las lágrimas. Algunos iban en sillas de ruedas, que empujaban otras mujeres también mayores.

La presencia de mujeres se equiparó a la de los hombres y de igual manera se repartieron los golpes dados a los ciudadanos. Son 844 heridos, entre ellos un hombre que sufrió un infarto por la tensión vivida. Son ciudadanas pacíficas que una vez más fueron pateadas, arrastradas, heridas y que lo único que intentaban es ejercer su derecho al voto.

 

*Periodista mexicana/veracruzana residente en Cataluña desde hace 15 años. Fue directora del diario de Xalapa; laboró en El Periódico de Cataluña 10 años y actualmente dirige un centro multicultural en Paralel en Barcelona; tiene premios y reconocimientos.

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