Opinión

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INÉS FERNÁNDEZ LLANES

 

Todas las ciudades tienen la posibilidad de ofrecer algo positivo al planeta. Si se tiene en cuenta el I+D+i se puede contribuir al desarrollo del conocimiento en el mundo. En el plano medioambiental, las ciudades pueden participar en la adaptación y mitigación al cambio climático y a que los países cumplan con los compromisos adoptados en los acuerdos sobre el clima.

Existe una rama de las finanzas que cuenta con una constante innovación y tiene las herramientas para financiar la investigación, la tecnología y las diferentes políticas sostenibles. Se trata de la financiación del carbono cuyos instrumentos permiten que la innovación verde se extienda a países en desarrollo o incluso que se genere en ellos.

En Copenhague se llevó a cabo la práctica diaria de “ola verde´´. Esta idea consiste en viajar a una velocidad constante por las avenidas principales de la ciudad sin parar para estimular el uso del coche o la bicicleta. El transporte, al no encontrarse con semáforos en rojo o parones no tiene que detenerse de forma que se reducen las emisiones de humos, partículas finas y óxidos de nitrógeno en puntos concretos de las calles y se consigue un gran ahorro en combustible.

España también aporta ideas en esta área. Vitoria obtuvo el premio de capital verde europea en 2012. Entre sus medidas destacó el Cinturón Verde que rodea la ciudad el que se empezó a crear a base de recuperar descampados, áreas quemadas y humedales. Esta actividad destacó por la contribución y compromiso de los ciudadanos.

Por su parte, el municipio de Bilbao destacó en el informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente por su adaptación al cambio climático con un proyecto de financiación mixta para la reconversión de inundaciones. A su vez, Euskadi supone el único centro de investigación sobre el cambio climático del sur de Europa con relevancia internacional.

Los seres humanos, sus hábitos, las ciudades y la conciencia deben de adaptarse a cambios sostenibles para proteger al mundo y a la naturaleza. Compartir conocimientos, plantar un árbol, imprimir a doble cara o coger la bicicleta pueden parecer acciones insignificantes pero suponen un respiro para nuestro planeta. Adriana Guerenabarrena, economista de la energía, apunta “El cambio climático se nos echa encima y se nos ha hecho tarde para dedicarnos a buscar culpables: más que distinguir niveles de responsabilidad, hay que distinguir oportunidades´´.

Artìculo del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

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