Opinión

MilláscEfemérides y saldos[

 

Uno de ellos aseguró que desde que tomaba ansiolíticos  el mundo seguía en él, aunque él ya no seguía en el mundo. El otro le contestó que si él hubiera logrado salir del mundo no volvería a él y menos para dedicarse a las mudanzas.

Juan José Millás.

También abordaremos y desarmaremos una variedad de malas herramientas de pensamientos, recursos persuasivos mal concebidos que si no tiene cuidado te pueden descarriar. Llegues o no cómodamente al destino que propongo —y ya sea que quedes allí conmigo o no—, el viaje te equipara con nuevas maneras de pensar acerca de los temas abordados y nuevas maneras de pensar acerca del pensamiento.

Daniel C. Dennett.

 

ALEJANDRO GARCÍA 

 

La gran ruptura narrativa de principios del siglo XX fue el arrebatar el mundo de la voz de la omnisciencia. El gran acontecimiento y el pensar y hacer dentro de él fueron trenzados en lo que los estructuralistas llamaron equisciencia y deficiencia. Personajes, espacios y tiempo fueron ajustados, descendieron de la tiranía de la visión total. Ganaron la relatividad y la multiplicidad de puntos de vista. Después vendría el entronamiento del lenguaje, su peculiaridad en la esencia de las cosas y en dar vida al mundo. Aun en el absurdo el lenguaje era la única ruta posible para llegar a algo, si es que se tenía que llegar a algo. También se podía decidir por olvidarse de presupuestos y metas y dedicarse al juego y a la nueva aventura de un mundo reinventado. Más allá de la ciencia ficción, ámbito de notables indagaciones, hubo autores que buscaron los nuevos circuitos de la mente y del pensamiento.

   Juan José Millás (Valencia, 1946) pertenece a la generación de escritores nacidos alrededor del medio siglo que hubo de sintetizar el estado de la literatura española de franquismo y antifranquismo de acuerdo a las reglas del arte y del mercado. El espectro es interesante, desde el cebo fácil —a veces hastiante y frívolo— de Arturo Pérez-Reverte, pasando por la actitud paternal o patrimonial de Javier Marías, hasta llegar a los retos y experiencias lúdicas de Enrique Vila-Matas y Millás. El grupo ha crecido para bien y allí se puede acomodar a Antonio Muñoz Molina o a Javier Cercas según el amable lector crea reconocer sus atributos. Claro, puede mover el centro según su criterio. Y por cierto, siempre quedará un argumento estético o literario definitorio, más allá de lo mercadotécnico, incluso en el caso del provocador e irredento “Comanche”.

   Desde la sombra (México, 2016. Seix Barral, 207 pp.) confirma el contradictorio papel renovador de Millás en la literatura española de lo que va del siglo. Al autor no le tiembla la mano para imponer su personaje: Damián Lobo, sólo que éste ha inventado al personaje Sergio O’Kane, quien en la mente de Lobo lo entrevista para un programa de televisión y lo convierte en espectáculo al comentar su vida y los hechos de su cotidiana existencia. Todo es virtual, pero la audiencia sube y baja y la temperatura en algún lugar se roza con la fiebre. ¿Sólo a través de la vida del espectáculo en la mente de Damián es que puede hablar de sí mismo?

   En una visita a una tienda departamental Lobo roba un pisacorbatas para llevárselo a O’Kafe, pero es descubierto y perseguido por el guardia del negocio y entonces Lobo tiene que esconderse en un viejo y pesado armario. Y esa noche, al no poder salir de su escondite, es trasladado junto con el mueble a una casa, la de Lucía y Fede. Y allí se queda a vivir. Millás busca más allá del pensar, no sólo en la solución dura que hace hablar al silencio, sino en los numerosos conductos que tiene el pensar, la angustia que provoca la vida.

   Si la novela hubiera empezado con este episodio del armario, los nexos con La intrusa de Éric Faye resultarían muy peligrosos; pero Millás, quien ha confesado conocer esa novela premiada en 2010 por la Academia Francesa, es hábil y lanza el dardo del morbo y de la lascivia que nos construye un escenario distinto.

   —Sí, desde que tengo uso de razón la veo ahí, pidiéndome que me baje los pantalones para jugar con él. A veces venía a mi cuarto y ella misma me quita el pijama. Cogía el pene, lo colocaba en una postura, en otra, lo estrujaba entre sus manos, se lo llevaba a su boca.

   Lobo tiene una hermana con la que, digamos por lo pronto, comete incesto. Y esa misma hermana vive con su padre. En realidad es una china adoptada, después nacería Lobo. De modo que existen atenuantes. Allí el peligro es la ligereza del best seller, pero no, Millás lo supera pronto, atrapa al lector, pero le hace saber lo atípico de que esto no suceda, o sólo sea en la mente del personaje. Vamos, en lugar de engolosinarse con la facilidad de una historia de consumo, varía hacia ese nexo con otra novela, pero también con otro hecho desconcertante: vivir en el armario Adapta ese extraño espacio para vivir, conoce a los tres habitantes de la casa, primero por los pies, por sus voces, por algunas de sus partes, después por tomas diversas desde su punto de observación. Y comienza a intervenir en la casa, hacer el aseo, organizar el caos y a conocer algunos de sus secretos y disfuncionalidades. Hasta que un día Lucía tiene que ir a atender a su madre a otro sitio y entonces Fede se apodera de la casa con su amante. Allí Lobo efectuará la trama necesaria para un desenlace sorprendente.

   La breve novela de Faye habla de la necesidad de una mujer de vivir en algún lugar, encontrar un refugio, por eso se introduce al departamento. El personaje de Millás no tiene esa necesidad, huye de una travesura. Ni siquiera su relación con el mundo es explícita o enunciada de manera directa. Él está en paro y entonces se dedica a entrevistarse, a hacer de su remisión del mundo laboral y de su fracaso un espectáculo, pero sólo para él, y tal vez esa relación con el mundo aparezca y desaparezca. Millás juega con él y juega con los lectores. Durante días me hacía, yo lector, bolas tratando de precisar quién es quién, cómo es posible que un personaje invente a su vez a su entrevistador y que avanzado el texto pueda tener réplicas y que se ponga en manos de ese ser imaginario. Era un reto sin mucho problema, pero me regresaba al punto de interrogación siempre.

   La estancia en la casa da un sosiego a la experiencia de la entrevista Lobo-O’Keafe, pero abre otras posibilidades, como crear un personaje que desde la virtualidad se acerque a Lucía y le indique lo que sucede en su casa, empezando por la presencia que se desliza todo el tiempo desde detrás del armario.

    En Desde la sombra se desliza de manera discreta otro elemento, éste dentro de la manera tradicional de concebir afectos y trazar destinos. El armario había pertenecido a la familia de Lucía, en alguna de sus paredes se encuentran las muescas de su desarrollo, el de ella y el de su hermano, el que le fuera arrebatado de manera prematura. Frente a la relación con la hermana que sostiene Damián, se encuentra aquella fugaz felicidad de los dueños del mueble que hoy le da cobijo. Lobo emprenderá una labor de fantasma, pero virtual, cibernético, aunque su presencia se niegue, ni siquiera se sospeche. Es ese elemento el que permite una fluidez entre la mente que se evade hacia la entrevista y la acción que lo llama desde el escondite a incidir sobre esa vida de Lucía que no se caracteriza por su fortuna y que tiene su punto de mayor fulgor/opacidad cuando Lobo escucha las conversaciones en la cama entre los amantes.

   Entró mentalmente en la cabeza de Lucía al modo en que un hacker penetra en un ordenador ajeno. Le parecía que dentro de lo afectada que estaba por el suceso, le agradecía que la hubiera librado de su marido. Damián salió de su cabeza con el cuidado con el que salía del armario

   Desde la sombra se piensa o se hace. Se piensa en una entrevista donde se escuchan los ooooo del público ante el énfasis en alguno de sus actos morbosos de vida. O se hace, desde ese pequeño lugar, escondido, por la vida de una mujer que sólo al final sabrá algunas cosas no por sospechadas menos dolorosas, pero con el ingrediente de tener algo con que echarse a andar de nuevo, sin perder las nuevas amistades que desde mentes lejanas o virtuales actúan. 

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Guadalupe