Opinión

carcelULISES TUERO RODRÍGUEZ

 

Hacinamiento, falta de seguridad, corrupción de los funcionarios, frecuentes motines y actos de violencia son algunas de las consecuencias de la enorme población carcelaria en América Latina. Las tasas de prisionalización llegan a casi cuatrocientos presos por cada cien mil habitantes  en EL Salvador, trescientos setenta en Costa Rica, trescientos en Brasil o casi doscientos cincuenta en Chile, según datos del Institutefor Criminal Policy Research.

La superpoblación en las cárceles latinoamericanas supone una grave amenaza a los derechos de la comunidad penitenciaria. En la mayoría de los casos estas prisiones superan su capacidad de internos, lo que provoca escasez de recursos. Algunas han sido calificadas como las peores del mundo. Human Rightswatchy el comité de Naciones Unidas contra la tortura, denuncian desde hace tiempo las malas condiciones de vida y las violaciones de los derechos humanos de los presos en gran parte de los países de América Latina.

Las políticas que promueven un mayor uso de la justicia penal y la prisión favorecen la criminalización de nuevas conductas. Así aumenta el número de presos sin que necesariamente crezca la criminalidad. A esto se le suma la falta de planificación  sobre su impacto en el sistema penitenciario, que ha supuesto los altos niveles de hacinamiento.

Muchas organizaciones, como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONODC), piden una reforma penitenciaria y alternativas al encarcelamiento derivadas de un cambio de las políticas penales. Además, la apertura de las prisiones a organizaciones no gubernamentales (ONG), medios de comunicación y sociedad, es imprescindible para concienciar del problema y es tarea pendiente en muchos países de América latina.

Unas cárceles más abiertas supondrían, sobre todo, una mayor visibilidad y conciencia de las malas condiciones de vida de los reos. Pero lo más importante es que la apertura a la sociedad rompe las barreras existentes entre las prisiones y la comunidad, lo que “reduciría el estigma social y la marginalización de los presos”, según un informe de Roger Matthews, profesor de criminología de la Universidad de Kent en Reino Unido.

Las iniciativas de acercamiento de la sociedad a las cárceles son abundantes en muchos países y consiguen grandes resultados. Promueven actividades culturales entre presos y voluntarios en algunas cárceles españolas.

La superpoblación de las cárceles en América Latina afecta a los sectores más vulnerables de la sociedad. Personas que debido a su situación de exclusión social previa, acaban presos en unas instituciones incapaces de ofrecerles lo necesario para salvaguardar sus derechos más fundamentales. Solo las alternativas al encarcelamiento y la apertura a la sociedad, pueden reducir las tasas de prisionalización de nuevos presos y preparar el camino a la reinserción.

Artículo del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

Twitter: @ulistuero

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