Cultura

 Gustavo de la Rosa Muruato“Toda la playa en el madero del náufrago”, nada personal, ni nostálgico, dijo el escritor y político zacatecano

La librería André-a fue el espacio cultural en donde Gustavo de la Rosa Muruato presentó su último libro “Toda la playa flota en el madero del náufrago”, en donde el también crítico de arte. Político y docente jubilado de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), calificó a su obra como un libro íntimo porque habla de la intimidad de pareja, de la persona que ha vivido, que recuerda a una mujer, a un amigo, pero no es nostálgico, aunque aclaró que no es autobiográfico.

Aseveró que es un libro íntimo porque recuerda también a un amigo “pero no es nostálgico, porque mis poemas son de tono expresivo”; agregó que hay algunos poemas que registran nostalgia, alejamientos y que en la poesía se tiene la obligación de decirlo para que “en ese distanciamiento no encuentres nada más la sequedad de la distancia y en ello encuentre el calor del renanamente”, esa irradiación cálida que te dejó la vida.

De la Rosa Muruato al opinar de la poesía y sus poetas afirmó creer en la poesía porque en ella existe una triada en armonía compuesta por el escritor, el lector y la obra, en donde se pueden encontrar muchas respuestas.

Subrayó que él busca dar salidas a esas interrogantes en una búsqueda constante desde su interior, pero que como poeta no sabe lo que busca, pero al tiempo que aseveró que espera encontrar la belleza, lo maravilloso y ser capaz de escribirlo “de manera que yo creo percibir lo perciban, lo disfrute el lector”.

Sin embargo aclaró que su vida personal es lejana a lo que escribe. Advirtió que “quisiera tener una vida tan interesante como lo que yo escribo” pero aclaró que su vida es más monástica, que si bien sus escritos tienen una dosis de erotismo hay un complementario de muchas formas sobre lo que se pierde irremediablemente, como el deceso de una persona y el final de una relación o una amistad

Señaló que en su poesía hay un destilado de lecturas y de experiencias que lejanamente son personales, “en mi caso hay mucho del cine, de lecturas juveniles de historias que conoces”.

Al respecto agregó que un poeta que escribiera de sus vivencias personales sería muy mal poeta, sería muy pobre porque estaría en el diario, en la crónica o en otra cosa menos en poesía, “entonces en la poesía el que la escribe se distancia de sus vivencias sobre todo que no le domine la emoción o el sentimiento de lo que pudo haber vivido”.

Finalmente mencionó que el poeta se va sometiendo a lo que va dictando el poema y éste, tiene su propia dinámica, su propia exigencia, si se es un buen poeta.

Cerró su alocución refiriéndose al lector, quien al leer los poemas busca algo de él, algo respecto a sus expectativas de vida; algo que tenga resonancia de sus vivencias buscando una identidad mucha más basta de donde surge el propio poema. 

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