Cultura

Juntos diablo y cuerpo
¿Bailamos, oiga?, decía Chayito Valdez, y como no le hicieron caso, mejor se murióa

El problema de la santidad y la perversión quedaba abierto. Los dominados sabían que la norma de la santidad era intocable, pero sin recurrir a la perversión no podían resolver las circunstancias de la vida cotidiana. El poder sería intransigente al enunciar la norma de la santidad pero tendría que tolerar las múltiples formas de la perversión so pena de hacer imposible la vida social. Esta dialéctica de la santidad y de la perversión está en el fondo de innumerables hechos de la historia de la Nueva España

Sergio Ortega.

  

ALEJANDRO GARCÍA

Las mujeres nunca nos hartamos ni nos enfadamos de esta obra, porque es nuestro cuerpo como una sima y cono una barranca que nunca se hincha, recibe todo cuanto le echan y desea más y demanda más, y si esto no hacemos no tenemos vida

Arturo Burciaga cita a mujeres ancianas de Texcoco

Entrada 1

Recuerdo que era una tarde tranquila en el noroeste. Probablemente por noviembre, cuando el calor disminuye. Estábamos en el archivo parroquial de la Catedral de Culiacán. Hacía sus pinitos de paleografía un grupo de once estudiantes de maestría, cuando de pronto la maestra del curso empezó a pegar de agudos gritos: ay no, ay no, no puede ser. Suspendimos la lectura, la escritura y la respiración. Y volvió el ay no, no, no, puede ser, sabía que te iba a encontrar. Como los niños cuando lloran y no hacen más que preocupar por fin la Dra. Carmen Castañeda, respiró, volvió al mundo y se dio cuenta de que nos estábamos preocupando. Y entonces narró lo que no era angustia, era grito de eureka, de realización: acababa de encontrar noticia de un cura violador en Guadalajara que se les había ingeniado él o a los documentos que lo personificaban a desaparecer de los fondos de los archivos jaliscienses y de pronto allí estaba, sin ella esperarlo, con su misión evangélica en la San Miguel de Culiacán, la punta de la hebra de lo que seguramente sería una vida marcada por la misma conducta, pero ya no supimos más, sólo ese leve regocijo que cerraba una pequeña secuencia y abría otra, de una tozuda investigadora de la sexualidad novohispana.

Entrada 2

   Michel Foucault señala el periodo victoriano como el punto de cierre tuercas sobre el ejercicio de la sexualidad. Quizás habría que señalar que el proceso venía creciendo desde el Renacimiento y con una notable persecución sobre el cuerpo tanto en la Reforma como en la ContraReforma, pero que por fortuna encontraron en las decisiones del espíritu un campo más amable para pelear. Algunas normas de conducta se aplicaron con mayor rigidez y a menudo con un alto grado de irracionalidad y fanatismo en los Nuevos Mundos, primero en América, y siglos después en Asia, África y Oceanía.

   Esa iglesia en defensa de sus añejos dogmas, a la defensiva, trae a nuestro continente una serie de telarañas que acá se enmohecen aún más o se vivifican. Las nuevas realidades dan otra cariz a lo establecido o heredado y el choque con las culturas indígenas, primero, y con las africanas, dará lugar a un caldo de cultivo de numerosas manifestaciones, algunas comprensibles, otras de plano en el terreno de la inverosimilitud, que no de la falsedad. No vayamos tan lejos, la riqueza produce una metamorfosis que se tiene que aprender a llevar y el contacto con los furores del cuerpo provoca uniones y choques entre los grupos, dobles o múltiples morales, inventivas al calor de los hechos o réplicas de acciones que se pueden llevar a cabo al otro lado del Imperio.

Entrada 3

   Juntos diablo, carne y mundo. Una historia moral de la Nueva Galicia de José Arturo Burciaga C. y Juan José Macías es un libro de libros. Me sucedió algo muy curioso, cuando iba por la páginas ochenta, caí en cuenta de que en unas cuarenta páginas más estaría en otra parte del libro y me dieron ganas de guardarme algo de eso primero para más  tarde. Debo confesar que conforme avancé en ese sostén histórico-metodológico del libro, me di cuenta de que la escritura era muy buena, no estorbaba el anclaje teórico y establecía una nueva totalidad con el libro. Avancé un poco más y me di cuenta de que había otra parte, que tal vez resultara redundante y que consiste en el trabajo histórico de los expedientes que sirvieron a Macías para literaturizarlos. Y volví a la duda, para qué contarlos, explicarlos, ponerlos frente al lector, si Macías ya lo había hecho con su pulso literario. Así que avancé por esa vereda sin haber terminado ninguna de las partes. Y resultó que me convencí de lo importante de este trabajo en esta sección en que como luego se dice nos dan el palito y el chirrión. Ustedes saben quew entre historiadores hay celos y no faltara quien prefiera dejar los textos de Macías sin la localización de los expedientes, donde están los referentes, los personajes, los hechos y donde no hay la labor de veridicción que inocula Macías a esas historias que, desde luego, él tuvo que leer y reescribir. Ya el mismo Burciaga mete mano en los expedientes, nos los hace históricos, en parte los narrativiza y en parte los deja al olfato del historiador.

   Esto último no es poca cosa tampoco. Recuerdo que alguna vez a propósito de una desaparición misteriosa en mi cubículo de una vieja computadora de la UAZ y un escáner de mi propiedad. Debí atestiguar ante autoridad y firmé una declaración. Cuando la secretaria me la leyó para que luego no me inconformara, me quedé mudo, porque era un documento ilegible, que daba por hecho lo que yo debía decir y no lo que había dicho. Claro que estábamos de acuerdo con que yo era inocente y no me había robadpo una computadora de la UAZ y auto robado un scanner.

Entrada 4

   De modo que imagino este libro más como una enorme baraja, como un formato que propicie la combinación que a mi dé la gana. Es decir, puedo empezar por el expediente 1, por el cuento 1, por unos párrafos del ensayo teórico, darme un descanso con el cuento gráfico y después perderme en las fuentes. Pero también puedo empezar por el cuento, seguir por el expediente, leer unos párrafos y terminar con la novela. Esa posibilidad de leer está en el libro, pero implica una primera lectura o una buena parte de las secciones para que empiece a operar a la manera de Rayuela. El juego existe, pero la rigidez del libro tradicional lo limita. Por ejemplo, en la portada se menciona primero a Burciaga y después a Macías, pero en el orden del libro se empieza por Macías y se sigue por Burciaga. Allí una serie de posibilidades que podría también arrojar mínimo tres libros y venderse por separado. Aclaro que no los compraría porque yo ya tengo mi ejemplar y leo de manera tradicional aunque ahora he hecho un poco de excepciones y no me he sentido mal, al contrario, he disfrutado la lectura.

Entrada 5

   Soy un lector de obras históricas y por ende lo que menos puedo argumentar es autoridad alguna. Pero creo que este libro es una notable aportación a expedientes que nos hablan de cuestiones de sexo en Zacatecas, Nueva Galicia, Nueva España, España. También habla de corredores internos. Por ejemplo Zacatecas – Guanajuato. Curioso que un guanajuantense (leónés, hoy esté comentando un libro de autores zacatecanos, fresnillenese) y por eso me acordé, tal vez de la experiencia, esa epifanía documental de mi añorada maestra Castañeda. Fuentes, Expedientes, cuadro de ubicación dentro de la historia de las mentalidades; pero ya la misma escritura del historiador pone una distancia notable frente a la historia tradicional o la que sólo se pone que pertenece a una tendencia actual cuando asoma su colota de dinosaurio parroquial.

Entrada 6

   El otro aspecto es similar, y es lo relativo a que una historia se literaturice. Macías ha hecho historia de notable factura, a veces en donde predomina lo dialógico, a veces en donde predomina cierto soliloquio o monólogo, lo que nos habla de una mirada o por lo menos de un constructor de los siglos XX y XXI. Al principio, uno va tras las historias por los dibujos y por ciertas palabras que hablan de mujeres bellas, de formas turgentes, acosadas por hombres no siempre feos, no siempre despiadados. Están también los que a los de su mismo sexo buscan, los que a los animalitos o animalotes les piden cuerpo o bien espectáculo. Pero el mérito de estos textos radica en olvidarse de esos afeites, de esas funciones secundarias y que después de erizarnos un poco el pelo o de movernos la imaginación o el recuerdo, nos enfrenta a la soledad o a la compañía, y a la forma como se matan las pulgas al enfrentarse cuerpo a cuerpo.

                                                                     Entrada 7

   Es en esta dimensión lúdica en donde el libro cobra su mayor mérito, porque desde la fuentes, las viñetas que abren los capítulo (y que a veces prometen más de lo que se da, por lo menos en lo que a sexualidad se refiere), la historia gráfica que me hizo recordar mucho a Guido Crépax y su Historia de O, la recuperación y contacto de/con los expedientes y los cuentos de la primera parte se juega. Se juega con el rubor secreto, con la agitación arcaica, con esa sapiencia de esas mujeres indígenas que muestran el sexo de manera tan sencilla y rotunda.

   De allí que el libro se de historia, de historia de las mentalidades, de los indicios, de la cultura o de la industrial al sexo asociada, pero también es la recuperación de textos no literarios para la literatura, después de varios siglos de haber sucedido. Es como reescribir la Iliada en el siglo V, si aceptamos el VII como el de origen en la escritura.

   Me quedo en las entradas, es debo el desarrollo y las salidas. Creo que este libro debe leerse y seguramente será un referente imprescindible dentro de la historia de la sexualidad, y dentro de la historia de cómo se buscaban los cuerpos de hombres y mujeres en aquellos siglos, de cómo podían olvidarse de la procreación e ir  a dar brincos, saltar, babearse, conocerse en los lugares más recónditos y sacar la música que la religión intentó matar.

   Chayito Valdez tenía una muletilla cuando cantaba, decía con cierta timidez: ¿bailamos, oiga? Siempre he empezado que era una invitación a mover el cuerpo, a ejecutar algunos requiebros y actos preparatorios, de brincar de lo que es de simulación el baile, al combate de los cuerpos.

 

                                                                                 

 

 

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