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No hay mejor escritor que el autor de Palinuro de México para hablar del poeta: Tovar y de Teresa

 

GUADALAJARA, JAL. Libertades como la libertad de expresión, la libertad de vivir, de elegir un destino, ser uno mismo y ser distinto, son algunas de las libertades que Octavio Paz defendió, expresó el escritor Fernando del Paso en la conferencia magistral, Elogio de un poeta, que dictó aquí en compañía del presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, como parte de la 28 Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Son estas libertades, dijo, las que siempre han encontrado un defensor incansable en Octavio Paz, no el único, pero sí quizás el más lúcido.

En ese tono, auxiliado por el poeta jalisciense Ángel Ortuño debido a su mermada salud afectada con secuelas en el habla y la locomoción, el autor de Palinuro de México presentó un texto que expone al detalle cada una de las etapas por las que atravesó el Nobel mexicano, desde que era un poeta de 23 años, en 1937, hasta sus últimos textos.

Hacia 1938, señalaba el texto de Fernando del Paso, el poeta se entregó febrilmente a la actividad política en favor de los republicanos españoles. “Era la época en que todo parecía claro y neto: casi podíamos palpar el contenido, hoy inasible, de palabras como libertad y pueblo, esperanza y revolución”.

Otra de las facetas de Paz, explicó Fernando del Paso en su texto, fue la de creador de revistas como Plural y Vuelta, donde presentó por primera vez obras de Bashevis Singer, Pere Gimferrer o de Czeslaw Milosz y Mario Praz.

Viajero eterno, infatigable trotamundos que peregrinó sin cesar por los libros y por su imaginación, por sus sueños, por sus propias poesías, Paz tuvo largas estancias en varias ciudades de Estados Unidos, de Japón, en París, y en particular su enriquecedora permanencia en la India, que lo convirtieron en uno de los hombres más universales que ha dado México, expuso Del Paso.

Si alguna vez leemos lo que Paz tiene que decirnos de Ortega y Gasset, Hegel, McLuhan, Spenser, Heráclito, Pound, Merleau-Ponry, Roland Barthes. O si se nos aparece en conversación con Quevedo y sus sonetos. O en diálogos con Julián Ríos o con la obra de Huidobro y los poemas amorosos de Safo o los de Catulo y Propercio. O absorto, compartiendo u objetando las preocupaciones por el lenguaje de Wittgenstein, uno pensaría que tan admirable capacidad debe tener un límite. Y lo tiene, sí: sus fronteras son la mente y la memoria del poeta, que son oceánicas, y es su vida, larga, sí, muy larga y fructífera para fortuna de él y todos nosotros, añadía ese texto del novelista leído por Ángel Ortuño.

Tal vez fue por lo exhaustivo de este texto o por la gran cantidad de datos y elementos útiles para comprender mejor a Octavo Paz, que al inicio de esta conferencia magistral el presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, afirmó que “no hay mejor escritor que Fernando del Paso para hablar de Octavio Paz”.

Lo señaló como parte de una anécdota acerca de la primera copia fotostática que existió de la novela Noticias del Imperio, escrita varias décadas atrás, durante la estancia de Del Paso en Francia, donde coincidió en el servicio diplomático con Rafael Tovar. El escritor, dijo el actual titular de Conaculta, acudió a leerle el último capítulo de su novela sobre la emperatriz Carlota; maravillado le preguntó si ya tenía una copia de la obra, a lo que el novelista, sorprendido, le reveló que no había pensado en ello, por lo que sacaron una fotocopia y la guardaron en la caja fuerte de la Embajada de Francia en México y ese fue, según reveló Tovar, el primer back up que hubo de la obra, en una época en la cual “ni los teléfonos celulares existían”.

Revelado el misterio, Rafael Tovar dio a conocer que una nueva edición de esa novela será editada en italiano, con lo cual los lectores de aquel país podrán conocer la obra de Del Paso en una adecuada traducción.

Para finalizar, Fernando del Paso se refirió a Paz en su faceta de poeta. Señaló: “Dice Paz que México es un país solar. Él también es un poeta de sol. Y agregaría, un poeta de la sal. La poesía, como el agua, es dulce, pero como el agua del mar suele ser salobre, y como el mar, son sus volutas: saladas alas que parecerían volar por sí mismas. Y el poeta, que se entrega a la poesía en cuerpo y alma, le da, como en todo acto de amor, la sal de su sudor, la sal de su saliva, la sal de su esperma, la sal de su llanto”.

INFORMACIÓN DEL CONACULTA

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