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SALVADOR MENDIOLA*

 

Feminismo no es un machismo puesto al revés. El machismo es un movimiento violento e irracional (“egoísta”) de los varones o colectivo de sexo masculino contras las mujeres y el sexo femenino. El feminismo es un movimiento de emancipación de esa violencia opresora, y por tanto es un pensamiento radical y libertario. El feminismo sí quiere ser y es ya una razón cierta contra la irracionalidad machista. El machismo no tiene pensamiento real que lo fundamente, el machismo es la mecánica ciega del inconsciente colectivo, la fábrica del egoísmo compulsivo, la suma de miles de años de peso muerto patriarcal: un orden simbólico (falogocéntrico). El machismo no son personas, sino ideas, conceptos, creencias, una ideología, una tecnología del yo.

El feminismo radical considera que la opresión machista se realiza a través de un orden simbólico de carácter dualista. Un maniqueísmo vulgar que todo lo escinde en sólo dos tesis antagónicas: yo/no-yo, adentro/afuera, nosotros/ellos, masculino/femenino, padre/madre, día/noche, arriba/abajo, día/noche, luz/oscuridad, izquierda/derecha, buenos/malos, santos/pecadores, raza/no-raza, dinero/mercancía, significante/significado, tener/ser, etc. Terminar con la opresión implica generar formas de pensar y actuar diversas, plurales, ya no más encerradas en el binario machista, patriarcal, falogocéntrico.

El feminismo radical libertario busca deshacer con actos e ideas el orden simbólico falogocéntrico, causa eficiente del machismo. La causa material del machismo es la expropiación y enajenación de la maternidad, una cuestión donde se decide la sobrevivencia del individuo y la especie; pero más que nada donde se decide la recepción y transmisión de la herencia de la propiedad privada paternal, pues todo se organiza hoy día desde los apellidos y las firmas que producen, y todos los apellidos, aunque sean los de la madre, provienen de un padre o patriarca. La causa formal del machismo es entonces un orden social de encierro neurótico en el binario, algo que se consigue desde la construcción de la mente de l@s sujetos individuales simples (“Ego”), mediante el control impuesto por las tecnologías del yo que favorecen a priori a los sujetos con falo, dinero y poder político, una minoría, pues hay personas del sexo masculino y del género varón que no poseen falo ni dinero ni poder político, y en realidad son muy pocas las personas del sexo femenino que en realidad logran posserlo en forma por completo propia. La causa final es el egoísmo compulsivo.

¿Cómo se impuso este mecanismo injusto como orden simbólico del planeta entero? Con la escasez material para la sobrevivencia, una escasez que produjo la aparición de las guerras de destrucción total hace unos veinte mil años; la necesidad de tener que sobrevivir trabajando, y descubrir que, por medio de la fuerza y el engaño, se puede despojar a otros de sus productos del trabajo. Lo que condujo a reconocer que, asesinando a las personas del sexo femenino del grupo contrario, se les condena a la desaparción definitiva como grupo, se les deja sin sobrevivencia efectiva. Y de allí la necesidad de sobre-proteger a las personas del sexo femenino, que de tal modo devinieron mujeres, y así sucesivamente hasta convertirse en objetos de intercambio simbólico generalizado. Todo mediante procedimientos contractuales inconscientes donde la víctimas se vuelven cómplices de sus victimarios.

Deshacer el orden simbólico del patriarca significa tratar de pensar y vivir de otra manera, fuera de la norma patriarcal, o sea fuera de la compulsión del individualismo posesivo. Para ello no hay que luchar contra nadie ni contra nadie, sino tratar de existir de verdad de otra forma, en forma que ahora llamamos queer, para señalar su diferencia. Un modo de concebir al/a sujeto individual simple como no opuest@ a otr@ sujeto, un modo de ser subjetivas en comunicación igualitaria y equitativa, y ya no en confrontación avara de ego contra ego, algo que reproduce en forma tragicomica el sueño de amor entre dos mitas que se unen para alcanzar la suprema perfección, una triste ilusión patriarcal.

Luego entonces: al feminismo radical libertario que opera con perspectiva queer no le interesa estar en contra de algo o de alguien, ni sólo estar luchando por resolver casos de injusticia e inequidad; porque lo más importante es cambiar de vida y tranformar la historia, entonces se concentra de modo especial en la realización de las utopías posibles que ha censurado sin razón el patriarcado. Utopías que van desde el buen comer festivo hasta las sanas orgías carnavalescas, pasando por todas las formas del ser posible que están a la mano aquí y ahora, y que nadie parece querer ver y practicar.

“¡Inventen más perversiones!”

Vamos junt@s.

*Catedrático de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, UNAM. Es ateo, escéptico y materialista. Se considera un anarconihilista compulsivo.

 

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