Opinión

9786073835695Marcela Eternod Arámburu / Vida y Lectura

SemMéxico

Es altamente probable que lo que dice Yuval Noah Harari, en su libro “De animales a dioses” sobre la denominada “teoría del chismorreo”, sea uno de los ingredientes vitales del interactuar humano en todo el planeta. Al parecer el “chisme” encanta y es una parte fundamental de cualquier grupo; básico para toda estructura social, empezando por la familia nuclear, la extensa, la pequeña comunidad o la gran aldea global. Hay quien afirma que el chismorreo permite una mayor y mejor integración social y es esencial para que los humanos puedan trabajar juntos, independientemente de que permite construir narrativas suculentas y entretenidas. En síntesis, el saber cuestiones íntimas —irrelevantes o trascendentes—, el compartir información —útil o inútil—, el contar verdades o mentiras que parezcan verdades es vital para nuestra supervivencia, la cual solo es posible gracias a la cooperación.

Realmente, ¿a quién le importa quién tiene la culpa de una crisis matrimonial?, ¿quién duerme con quién o quién engaña a quién?  En realidad, es intrascendente. Pero es una industria de miles de millones en cada una de las monedas que circulan por el mundo, lo que abona a la tesis del increíble apetito que el género humano tiene por conocer secretos ajenos, ahondar en otras vidas o descubrir lados oscuros para alimentar el chismorreo. Documentar un buen “chisme” sirve para impulsar las placidas olas del meterse en lo que no importa, evitar demandas coléricas o ganarse un salario. Explorar hasta el último resquicio de una historia, tratando de averiguar la verdad, puede ser el origen de una muy bien documentada y sesuda revisión de la historia hasta ahora escrita o de una novela.

Este es el caso de “Voces en las sombras” de Beatriz Rivas, publicada por Alfaguara en octubre de 2023. La autora afirma que “no pueden ni deben creer nada de lo que aquí se afirme.” Pero, una somera revisión de sus constantes referencias lleva a la comprobación de los hechos, a las fuentes, a las entrevistas, a la constatación de la existencia de lugares, calles, casas, museos, cuadros, artículos y libros que ya han narrado muchas de las partes de la historia por ella hilvanada. Sí, es ficción, pero es una ficción que responde al divertido impulso de ir descubriendo nuevos aspectos, matices y pistas para llevar al público lector de la mano por una nueva historia construida sobre la base de muchos hechos ya conocidos.

Rivas entrelaza partes de dos historias reales, historias del ámbito de la vida privada, reservada e íntima: la de Víctor Hugo —uno de los más célebres escritores franceses— y la de François Mitterrand —político francés y presidente de Francia por 14 años— dándole voz a sus dos cuasi eternas amantes. Por un lado, Juliette Drouet, amante de Víctor Hugo por 50 años, que se convirtió en su copista, correctora, secretaria, administradora, anfitriona, confidente y compañera de largas batallas y sentidas penas. Por otro, Anne Pingeot, quien aceptó muy jovencita convertirse en la dulce amante de un maduro Mitterrand, ella tenía 19 años y el francés 46.

Los paralelismos entre los dos hombres cuestan trabajo, pero Rivas los presenta. Dos hombres notables, cultos, curiosos, exitosos, tenaces, disciplinados, sensibles, socialmente comprometidos, vehementes, casados y con hijos. Los dos perdieron a su hijo mayor, Víctor Hugo a Léopold y Mitterrand a Pascal. Ambos fueron adictos al sexo, pero consiguieron tener cada uno, a una amante perpetua que los admira, adora, tolera, atiende y sirve por décadas. Los dos conservan a sus esposas por diferentes razones. Los dos escriben cientos de cartas a sus amantes, dejando constancia de una relación completamente asimétrica, donde ellos tienen el control completo y ellas se hunden en los mares de la confusión y la frustración asumida.

Ambos tienen deferencias por sus esposas y mantienen relaciones profundas con sus amantes, relaciones de amor y cariño, el cual es evidente en las muchas cartas que les escriben; pero también relaciones de dominio, celos y necesidades sorprendentes. Los dos tienen numerosas relaciones con cientos de mujeres que son flor de un día, a veces de varios, toleradas tanto por las esposas como por las fieles amantes que protagonizan esta novela. Los dos comparten una historia personal, ambos fueron engañados por sus esposas antes de emprender su propio camino hacia la libertad afectiva y la consumación plena de sus deseos.

Cuenta Beatriz Rivas que el mismo Víctor Hugo confesó en una de sus cartas que se casó virgen a los 20 años y que durante años le fue fiel a su esposa, Adèle Foucher, con la que tuvo cinco hijos e hijas. Fue la infidelidad de su esposa, con el mejor amigo de Hugo, quien provocó que éste replanteara su relación y redefiniera sus compromisos sentimentales. Foucher, por algunas razones que se intuyen en la novela, aceptó la presencia de Juliette Drouet y de las incontables amantes del escritor, hasta su muerte.

En el caso de Mitterrand fue Danielle Émilienne Isabelle Gouze, su esposa, la que le confesó sus infidelidades, dando un paseo por las calles de París, y le propuso un acuerdo de vidas independientes, velando por los dos hijos que tenían y manteniendo su asociación matrimonial para fines sociales y políticos. Acuerdo que se mantuvo hasta la muerte del político, aunque un poco antes de ello, la prensa francesa dio a conocer la existencia de Mazarine, la hija escondida de Mitterrand y Anne Pingeot, pero ésta ya tenía 19 años.

“Voces en la sombra” es una novela documentada que da cuenta de la larga vida de dos mujeres ligadas, en la clandestinidad de los amores inexplicables, a dos hombres que dejaron por escrito el testimonio de su amor por ellas. Anne Pingeot espero a que muriera Danielle para publicar las más de mil cartas que Mitterrand le escribió y la correspondencia entre Víctor Hugo y Juliette Drouet, 23 650 cartas, se conserva en la Biblioteca Municipal de Fougères.

En suma, una novela donde el chismorreo sorprende con chispazos interesantes (al parecer Víctor Hugo le escribió una carta a Benito Juárez pidiendo clemencia para Maximiliano, por ejemplo) y devela detalles privados de dos hombres destacados vistos por los ojos de dos mujeres a las que enlaza la escritora gracias a un retrato que despierta el interés por conocer más la historia de Víctor y Juliette, mientras se cuenta la historia de Anne y François. En fin, una novela entretenida.

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