Opinión

Lev TolstoiAlejandro García/ ]Efemérides y saldos[

Podía hacerlo de dos maneras: enviar a Tiflis  para que lo mataran allí mismo o atraerlo con falsas promesas y, una vez en sus manos, eliminarlo. El único medio de conseguir esto último era sirviéndose de su familia, en particular de su hijo, a quien —como Shamil bien sabía— Jadhzi Murat quería más que a nada en el mundo.

Lev Tolstói

James Joyce consideraba que “¿Cuánta tierra necesita el hombre?” era el mejor cuento que hubiera sido escrito jamás. Yo personalmente me inclino a favor de la novela corta Hadji Murad, pero lo que no hay duda es sobre el hecho de que Tolstoi era el mejor de los contadores de historias, porque su arte, como el de Shakespeare, parece naturaleza. No es raro que Tolstoi quiera mal a Shakespeare: una y otra vez afirmó que Harriet Beecher Stowe era mucho mejor.

Harold Bloom  

En los años de mi educación sentimental, ocupan lugar importante tres narradores de largo aliento: Victor Hugo, León Tolstoi y Fedor Dostoievski. Incompetente —como tal vez, para mi consuelo, será siempre el hombre frente a los grandes textos— entré a esos universos y salí transformado. Me sorprendo ahora del componente misterioso que tales historias tenían para un jovenzuelo que apenas se despegaba de la quincena. Aún recuerdo el viaje de Valjean por calles y cañerías de París con el cargamento que era amado por la hija y visto con recelo por él; la enfermedad de Ana Karenina, a la mano del esposo, y el escenario de la batalla entre las tropas de Napoleón y los rusos; el delirio de Raskólnikov después de haber matados a dos mujeres.

   Ahora que puedo decir que los he vuelto a leer y que he encontrado contactos que en aquellos años me era imposible establecer, puedo afirmar que esa potencia de la anécdota está allí. Son grandes fabuladores, capaces de someter al lector más curtido. Puede uno resistirse, negarse a tomar bando, indignarse, pero seguirá allí o, lo peor —tal vez lo mejor—, volverá el lector, como si reincidiera, al lugar del crimen.

   Me he encontrado "El cupón falso & Jadhzi Murat" (Madrid, 2010, 1ª reimpresión, Nórdica, 293 pp.) de Lev Tolstói (perdonarán las diversas realizaciones ortográficas de los nombres rusos). Algo tendrá que ver la fecha con el cumplimiento del primer centenario de la muerte de este gigantesco autor. Conozco la novela corta sobre el guerrero del Cáucaso. No tengo idea de la primera. Me entero que se publicaron ambas después de la muerte de su creador.

   "El cupón falso" es una cadena de acontecimientos que se van dando horizontalmente, más o menos hasta la mitad en donde cambia el tono y la finalidad de la historia. El llevar de uno a otro personaje el acontecer impide que se finquen necesidades o precisiones sobre el sentido de las acciones. Eso hace del relato algo novedoso y muy contemporáneo, porque el autor no se preocupa por construir un solo planteamiento, tampoco un solo desarrollo.

   Mitia debe 3 rublos. Ha pedido esa cantidad a un amigo para ir al teatro. Su padre, presidente de la Cámara de Comercio, sólo le da ese dinero cada primero de mes. Mitia confiesa su deuda, le pide un extra. El padre reacciona con violencia. Su madre no lo puede ayudar ese día, al día siguiente sí. El requerimiento es de pago inmediato. Con su amigo Majin busca la manera de resolver el apremio. A éste se le ocurre agregarle un uno a la cantidad de 2.5 rublos. Van y compran un marco y entregan el cupón ahora falsificado.

   El dueño del negocio, Mijáilovich, pelea a su mujer porque ha recibido en pago el documento. Se lo entrega a un mujik, Iván Mirónov, como pago de una carga de leña. Éste va a la cantina. Lleva 25 rublos para efectuar algunas operaciones que le permitirán seguir viviendo. Al pagar con el cupón, el cantinero lo retiene y le acusa de que ha intentado pagar con un papel falso. Es llevado a la cárcel. Un día después el comisario permite a Mirónov vaya a hacer la aclaración. Mijáilovich dice no conocerlo y afirma que su leña la compra en la ciudad y soborna al portero Vasili, debe corroborar lo que dice. Mirónov contrata a un abogado para que logre el reconocimiento de la compra-venta. Mijáilovich aumenta el tamaño del soborno y las cosas quedan como están.

   Vasili es despedido de su trabajo. Mirónov se abandona al trago. Piotr Sventitski es un exitoso hombre de campo. Le roban tres caballos. El capataz se llama Stefan. Vorónov conocía la finca, por haber trabajado allí. Se hizo presente para echar medidas. El patrón considera que elemento que opera desde dentro es el chofer Prohnka. Lo vigila y lo atrapa, lo despide.

   En la ciudad, la mujer de Mijáilovich deja pasar a Majin, no lo reconoce. Pero se encuentra con Mitia, lo sigue, va a la escuela donde el estudiante entra. Allí la recibe el profesor de Religión, Mijaíl, quien tenía una vieja disputa filosófico-religiosa con el padre. Al enterarse de lo que ha hecho el vástago, ve su oportunidad y lo pone en evidencia ante su grupo. El joven escapa y va a su casa a confesarle a la madre la historia del cupón. Ella va y paga a la mujer de la tienda y le pide que no digan nada a su esposo. El choque de trenes entre padre y sacerdote se da. Éste se va otra región. Aquí termina la parte directa del falso dinero. Las consecuencias siguen entre el mujik y el portero-falso testigo.

   Vasili se desplaza al sur, vive entre el trabajo mal pagado y el trato despótico de los patrones. Cuando lo despiden hurta. Mirónov se convierte en parte imprescindible en cualquier robo de caballos. Después de un atraco es atrapado y Stefan, un hombre de mucha fuerza le arroja una gran piedra a la cabeza y lo mata. Cuando sale de la cárcel va a buscar a un hombre. Sólo encuentra a la mujer, de quien se dicen cosas malas. A él le disgusta. Pernocta con ellos. Al día siguiente mata al hombre y luego a la mujer.

   Aparecen Maria Semióvnova, mujer de 50 años que es maltratada por su familia, a pesar de que ella les entrega su pensión y les sirve sin réplica. Y un sastre cojo que lee las Escrituras. Piotr Mijáilovich es contratado para administrar una hacienda en el Volga. Tiene éxito, pero al combatir las invasiones de las tierras por los animales de los mujiks los enfrenta y lo matan.

   Cinco campesinos explotan a los demás con la renta de tierras. Al morir uno de ellos, llaman al sastre cojo para que se les una. Con la lectura de los textos bíblicos ejerce influencia sobre ellos, más que nada sobre Chuiév. Envían al padre Misaíl, antes Mijaíl. Surge un enfrentamiento entre ortodoxos y sectarios. Al enfrentarlos con un atizador Chuiév, es condenado al exilio. Había también la intervención de agitadores sociales como la bella Tiurcháninova y su amigo Tiurin. Stefan mata a Maria Semiónovna y a toda su familia.

   La segunda parte contiene la conversión de Stefan y las actividades de Vassili y Chuiév. La influencia de Stefan es tal que el verdugo se niega a cumplir su trabajo. Y eso llama la atención del juez de instrucción Majin, que ha llegado a esos territorios apenas terminada la carrera. También Mijáilovich ve declinar su estrella. Mitia es ahora ingeniero y es acompañado por Stefan en una misión de reconocimiento de terreno. Trata con un hombre dulce y protector.

   "Jadhzi Murat", al parecer la última obra escrita por Tolstói, quien pensaba que no se publicaría, lo cual ocurrió de manera incompleta en 1912 y sólo de manera completa en 1917, nos hace llegar la entrega de este guerrero ávaro a las fuerzas rusas en 1851. En una pequeña comunidad chechena, dominada por Shamil, el jefe de las fuerzas musulmanas, prepara el contacto con los imperiales que buscan controlar el Cáucaso. De sentimiento antiruso de origen, Murat ha sufrido los embates de los imanes chechenos, quienes se les han impuesto. Ahora al frente está Shamil. Lo ha logrado a costa de sangre. La valentía de Murar ha sido determinante para lograr respeto en esas fuerzas. En algún momento también consigue que los rusos lo consideren un aliado, pero siempre ha habido factores que tienden a separarlo. Ahora pide integrarse a las fuerzas rusas, combatir contra Shamil, pero hay el inconveniente de que éste tiene cautiva a su familia: su madre, un hijo joven y cinco pequeñines, de allí que no podrá luchar abiertamente. Como siempre en su vida, hay quienes le tienen simpatía, porque admiración la muestran casi todos, sólo que se disparan hacia el ataque o la defensa. A quien se entrega, Vorontsov, muestra un gran respeto y espera que su padre consiga buenas condiciones para mantenerlo como aliado. La esposa de este militar también le muestra afecto y sabe de su valor.

   La novela, si bien corta, muestra al menos tres pliegues de las acciones en el Cáucaso: el de un soldado que resulta herido cuando la entrega de Murat. Él había llegado a combatir en lugar de su hermano, ya que él no tenía hijos y el otro sí. El padre ahora extraña al combatiente cuando se convence de que el que se queda es un inútil y un irresponsable. El soldado muere.

   El otro nivel está entre las conjuras y envidias que parten de la oficialidad y llegan al mismo Emperador. Recelos, traspiés, anhelo de gloria. Poco les importa la suerte de la vida de un hombre y a veces se acuerdan de que en la Guerra del Cáucaso se producen muertos. Y el otro nivel es el de la tensión por la llegada de los que unos consideran traidor o cobarde y que a veces piensan que deben morir y otra que debe castigársele con la muerte.

   Entre los mismos acompañantes de Murat hay el que le es ciegamente fiel, el que siente oscura simpatía Shamil y odio por los rusos, el que duda entre grupos y personas.

   Al final, no hay escapatoria para Jadzhi Murat. Ambos bandos lo han marginado y esperan el momento de su sacrificio. Son los rusos los que lo eliminan. De hecho, la muerte se adelanta en la novela, primero es mostrada la cabeza del guerrero, después se cuenta su intento de huida y su cacería. La maquinaria ha sido fiel a su tarea. No se fija en grados ni blasones, no se detiene a valorar los grados de valentía. Muele los huesos y sólo se detiene cuando los ha triturado satisfactoriamente.

   “Tanto Vorontsov como las autoridades de San Petesburgo y la mayoría de los rusos que estaban al tanto de las vicisitudes de Jadzhi Murat, consideraban toda esta historia como un episodio afortunado en la guerra del Cáucaso o simplemente un acontecimiento interesante; en cambio en la vida de Jadzhi Murat, sobre todo en los últimos tiempos, representaba un punto sin retorno”.

   "De Cupón falso" me gusta su cadena de acontecimientos que va moviendo la acción y nunca entrega el relato. El ruido comienza cuando la acción moral se apodera de los personajes. La escritura los transforma, no la palabra del autor. Claro que dentro de la estructura flexible que ha creado, se diluye el asunto moral un poco. Los originales causantes de la desgracia de muchos otros, salen adelante, uno como juez, otro como ingeniero. Aquí tenemos una maquinaria blanda, que identifica y cobra y paga favores y respeta niveles sociales. De cualquier manera el destino para los campesinos no era prometedor. El terreno de salvación para el que tiene es más amplio en el rico que en pobre. Bueno, de hecho éste no lo tiene.

   “—Y luego defiende usted a los campesinos —dijo el comisario jefe—. Ya le decía yo que son peores que las alimañas. Sin el látigo y el bastón no consigue uno nada de ellos”.

   En cambio en "Jadzhi Murat" está el individuo sometido a las fuerzas en pugna. Murat no es ni ruso ni checheno. Es Ávaro. Un bocado para los imperialistas rusos, un entremés para los expansionistas musulmanes. Cuando quiere escapar de uno, lo atrapa el otro. Cuando quiere tomar en sus manos su destino, las zarpas de los tigres se lo impiden.

    

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