Opinión

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La incertidumbre que genera la oposición, como estrategia, con su retiro de la contienda electoral universitaria, abona a la polarización y desgasta la imagen de la Universidad

 

La renuncia de Carlos Fernando Aréchiga Flores a la candidatura por la rectoría de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), en apariencia, deja a Antonio Guzmán Fernández un camino lleno de rosas y ovaciones hacia el éxito; pero aquellos aliados en la coalición que encabeza Guzmán sabrán que en este momento, más que en cualquier otro, el camino se llena de las más grandes y desafiantes espinas, pues la renuncia de la oposición le agrega una variable más a la ecuación que la vuelve compleja y con grandes riesgos para ser resuelta. Lo cual lleva a abrir el debate sobre ¿qué está en riesgo en esta elección de candidato único?

La legitimidad de una elección de candidato único se presta a las tentaciones de especular sobre las imposiciones, arrebatando la credibilidad a un proyecto que necesita la unidad urgentemente. La gobernabilidad y las grandes decisiones que se tienen que tomar están en riesgo, las teorizaciones son en torno a  que la cúpula se impone y la base se somete. 

Ahora bien, en esta coyuntura universitaria la comunicación y el discurso se vuelven estratégicos para Antonio Guzmán, que ha logrado aglutinar en torno a su proyecto a la mayor parte de las fuerzas universitarias. Por lo que necesita demostrar que ante la adversidad tiene el temple para responder a una oposición que parece que se acobarda ante una derrota muy anunciada y no por la opacidad de una maquinaria política aplastante, sino porque la democracia permitió convencer a las diferentes facciones para avanzar hacia la victoria. 

Se requiere de una respuesta bien estructurada y que permita demostrar que Integración, Desarrollo, Educación y Autonomía (IDEA), fórmula ahora única, es la opción ganadora porque tiene las preferencias de las mayorías y no por la gracia de las cúpulas gubernamentales. Reafirmar que la cercanía con el electorado universitario ha sido la tónica de su campaña. 

Obtener una abultada participación en las urnas sería la evidencia definitiva que legitimaría la rectoría de Guzmán Fernández y lo alejaría de la hipótesis de la elección manipulada, de una oposición que se arrepiente de competir. Asimismo, sería ideal invitar a un observador externo, que  haya sido investido de credibilidad social en el ámbito zacatecano, así como a los medios de comunicación, lo cual despejaría las dudas y demostraría que fue la participación electoral universitaria la que le otorgó el triunfo. 

Pero ¿porque Arechiga abandona la contienda?¿por temor a evidenciar la escasa credibilidad de su proyecto?¿por el berrinche del niño que se sabe desplazado, perdido porque si no tiene él la rectoría quiere complicarle el camino al ganador? Dejemos que el lector realice sus propios juicios.   

La incertidumbre que genera la oposición, como estrategia, con su retiro de la contienda electoral universitaria, abona a la polarización y desgasta la imagen de la Universidad ante la sociedad zacatecana, ya que permite especular sobre el futuro no sólo de la máxima casa de estudios, sino de la juventud que nutre sus aulas.   

Antonio Guzmán Fernández debe aprovechar que tiene los reflectores de la comunidad universitaria y de la sociedad zacatecana, es la oportunidad de demostrar que está aquí porque es la opción correcta y no la opción impuesta. 

 

*Licenciado en Ciencia Política y alumno de maestría en la UACS/UAZ

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