Opinión

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CUAUHTÉMOC JARA FLORES*

De la batalla político-electoral que ahora enfrenta la UAZ, surgirá el siguiente rector, ¿cuál será su posición política?

 

La universidad pública, como parte de la educación pública, enfrenta en México uno de los mayores desafíos el cual es sobrevivir al régimen neoliberal, y esa cruzada tiene como fin destruir la educación pública, que costó tanto construir y ganar.

La Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) tiene sus orígenes en el siglo XVIII, pero fue Francisco García Salinas quien sentó las bases de lo que es hoy en día, una de las casas de estudio más antiguas del país, una de las dos universidades públicas menos costosa a nivel nacional, de las pocas que aún tiene comedores y casas del estudiante, en donde se les asiste a los alumnos de bajos recursos.

La coyuntura que enfrenta la UAZ tiene varias vertientes: la urgente necesidad de solventar uno de los mayores pasivos en su historia, la prioridad de replantear su legitimidad en la sociedad zacatecana y la inminente revisión de la pertinencia de sus programas de estudio, que no signifique la desaparición de licenciaturas, sino actualizarlas al contexto social, económico y político de Zacatecas y del país.

De la batalla político-electoral que ahora enfrenta la UAZ, surgirá el siguiente rector que enfrentará esta coyuntura, pero lo interesante aquí es saber ¿cuál será su posición política?

El reformista que permita salvar la coyuntura, aunque esto signifique un enfrentamiento  con los grupos al interior de la Universidad y un alto costo político, o aquella posición conciliatoria que permita agrupar la mayor fuerza política que le otorgue la legitimidad para tomar las grandes decisiones que demanda la máxima casa de estudios para salir avante de la coyuntura, sin que esto signifique modificar los derechos ganados de los trabajadores, docentes y estudiantes.

La presión del modelo neoliberal hace énfasis en que la Universidad revise las cuotas escolares como un medio para lograr la sanidad financiera, no necesariamente cierta, el replanteamiento de los contratos colectivos que ahora tiene con sus trabajadores, sean docentes y aquellos que mantienen la infraestructura, pues el modelo neoliberal exige destruir los derechos ganados por los asalariados, así como todos aquellos beneficios que la comunidad estudiantil tiene.

He aquí el dilema reformar o generar un gran pacto al interior para darle nuevo dinamismo al modelo educativo y laboral que ahora tiene la Universidad de manera que le permita salir de la coyuntura, en donde la crisis financiera obliga a tomar grandes decisiones.

*Alumno de la Maestría de Ciencias Sociales de la UAZ

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