Opinión

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CYNTHIA GARCÍA BAÑUELOS

 

En la década de los cincuenta hace su aparición en el mundo de la literatura Juan García Ponce, un joven que se suma al grupo de "los amorosos". Inicia su destacada carrera literaria como dramaturgo  donde destaca notablemente y le sirve como trampolín, colocándole en el grupo de destacados escritores de esa época como: Juan Vicente Melo, Jorge Ibargüengoitia, Huberto Batis, Juan Soriano, María Traba e Inés Arredondo entre otros.

  García Ponce es un escritor que posee el don de la fluidez narrativa y la aparentemente fácil creación literaria; Ponce explora  la creación de literatura erótica, un tema ampliamente trabajado desde los primeros creadores de la literatura oriental.

  Sin embargo el erotismo considerado como un tema tabú jamás ha perdido vigencia e importancia, a pesar de todo reglamento y duros cuestionamientos que lo censuran. Este fenómeno existe porque el erotismo es parte inherente al ser humano. La capacidad del placer que conjunta el instinto y la cultura.

  García Ponce retoma el tema del erotismo para lograr una creación sin lugar a dudas exitosas, laureadas y reconocidas como: Crónica de la intervención, El Gato, Inmaculada y los placeres de la inocencia, Figura de paja, Figuraciones y De anima, entre otras.

  Él parte de sus aparentes obsesiones psicológicas y experiencias previas para realizar una ya mencionada extensa creación literaria, que abarca abundantes ensayos de crítica pictórica, cinematográfica, musical, ensayos de análisis literario y obviamente una gran producción de narrativa, que va desde el teatro hasta la novela pasando por el cuento, con un reconocido éxito en el ámbito internacional. Al hablar sobre su creación él dice:

  Todas mis novelas son autobiográficas. Todo el arte es autobiográfico. No hay arte que no lo sea, desafortunadamente.(1)

  Esas experiencias autobiográficas García Ponce las recupera constantemente tanto en sus textos como en los comentarios que sobre sí mismo hace:

  Cuando niño fui obligado por mi abuela a dibujar para mantenerme ocupado y no tener malos pensamientos. Pero cuando dibujaba y leía sólo tenía malos pensamientos. (2)

  Los primeros instintos sexuales de un jovencito o tal vez un niño aún, posteriormente se transformaron en fijaciones, de un conocido escritor que debido a una enfermedad temprana se ve paralizado e impedido físicamente para la realización de cualquier movimiento, viéndose condenado a la inmovilidad de una silla de ruedas. Los instintos del hombre se transforman entonces en el erotismo constantemente repetido en su obra, trastocando la realidad y transgrediéndola hacia la novela y el cuento, el relato que se crea a partir de la fantasía.

  La obra de este escritor ha llamado poderosamente la atención, debido a que forma parte de una generación que explora con éxito el género de la novela erótica; hasta la fecha García Ponce sigue produciendo su discutida narrativa levantando todo tipo de comentarios y estudios analíticos,  Adolfo Castañón en un ensayo que escribe sobre él dice:

  Con la misma pasión, con la misma  juiciosa severidad con que otros han buscado la locura, García Ponce ha ido en busca de su propia Razón, de su propia cordura. Iba a escribir armonía pero él me parece no busca equilibrio. Más bien se pasea por la orilla de un río y juega a pasar de un lado a otro con deportivo descuido. (3)

  Otros escritores se muestran de acuerdo con esto, García Ponce en su obra emprende una búsqueda de sí mismo, búsqueda que lleva a cabo a través de cuerpos que une y entrelaza en su mente y sus obras. Y es en estas uniones y encuentros donde aparentemente él se busca y se identifica por lo tanto se encuentra, y ubica su razón y su equilibrio, esto tal vez se deba al hecho de que desahogan en estos encuentros las fijaciones que lo persiguen desde la infancia.

  La secuencia narrativa y el manejo del lenguaje logran convertir a todo lector pasivo en lector activo frente a los textos de García Ponce. El secreto reside en que a través del hábil manejo de la narración el escritor logra jugar con la psicología del lector  al igual que lo hace con los personajes donde aparece el reflejo de la psiquis propia. El lector es colocado en el lugar donde el autor como narrador lo pone el mirón, prestándose así al juego psicológico y narrativo del escritor.

  Al irnos sumergiendo en la obra de este autor tomaremos y actuaremos como el voyeur  que ve y disfruta lo que frente a él aparece y sucede, logrando así una satisfacción erótica. En su obra de manera permanente aparece la presencia de un testigo, que va a ser una fuente de excitación porque con su presencia conlleva un elemento de riesgo para aquellos a los que mira, aquellos que sostienen un encuentro amoroso, que como personajes están llenos de narcisismo y exhibicionismo.

  García Ponce suele introducir en sus textos un elemento vital: el juego de la percepción. Este aspecto es decisivo en toda la trama de la mayor parte de sus libros, dicha función puede ser ejercida por algún personaje dentro del texto o un narrador aparentemente omnisciente,  que confirma y estructura la relación de los personajes; esta confirmación es necesaria pues de lo contrario la relación aparecería aislada o totalmente imaginaria, es necesario ser narrada para confirmarse como existente. Por lo tanto en la obra de García Ponce es necesario que alguien este observando/inventado/narrando. García Ponce justifica esa presencia diciendo al respecto:

  Toda acción puede ser contemplada y expuesta desde una incontable multiplicidad de ángulos y las distintas perspectivas que la transforman, las hacen distintas y cambian su sentido. Tal vez porque ese sentido único, ese fondo último no existe y la única verdad, siempre es relativa, es la del movimiento mismo de la obra, en la que el pensamiento encarna y se hace ser. (4)

  García Ponce reemplaza el papel intelectual y el analítico del lenguaje por una función puramente descriptiva, tomando prestada la técnica de las artes visuales. La imagen habla entonces por sí sola. Para el autor es  importante el lenguaje como constructor de la imagen visual que en sus obras proyecta y en él cual se apoya para  la creación de su narrativa.

  La obra de Juan García Ponce tiene un afán de búsqueda, él trata de encontrarse a sí mismo y asumir su existencia, dicha búsqueda la realiza a través de la pareja y su existencia la confirma a partir de la percepción o la mirada del  otro. Estos elementos originales o fascinantes se centran en la manera en que se desarrollan sus escenas totalmente visuales, que pueden interpretarse como cuadros inmóviles en una pared o escenas de una película. Su novela puede considerarse como espacio vacío que hay que llenar, donde los objetos y los cuerpos adquieren importancia, partiendo de la mirada o enfoque del lector, Ann Duncan comenta acerca de lo anterior:

  La observación y la descripción son para el autor, desde luego, substitutos del tacto; sus únicos medios de transmitir al lector una realidad tangible. (5)

  La observación o la contemplación siempre presente en un triángulo: escritor/personaje/lector, logran que la narrativa de García Ponce sea totalmente visual, porque siempre se observa la gente desde fuera, esto no conduce a encontrarnos con una narración estático sino con un erotismo dinámico, que se logra debido a que las miradas crean emociones tanto en el lector como en el protagonista. La visión, la acción y el texto están unidos totalmente. Este dinamismo alcanza al lector dando movilidad a este circuito de comunicación.

  La mirada y el lector  son dos de los elementos más importantes que contribuyen a la construcción de la narración erótica de García Ponce, colocándose como puntos esenciales y de partida para el autor.

  Consideramos que García Ponce en su narrativa  trabaja el erotismo a partir de dos lineamientos. Un erotismo indirecto y uno directo. En los cuentos recogidos dentro de la publicación  El gato,  el autor trabaja un erotismo narrado de forma indirecta pues esa realización sexual generalmente se lleva a cabo partiendo de la mente y la imaginación  y en gran parte las relaciones entre pareja buscan el placer a través del otro, representadas en objetos meramente ordinarios o cotidianos, en los cuales el autor manifiesta cierta sensibilidad aparente que logra ser percibida por el lector.

  La mirada una vez más es necesaria pues a través de ella percibimos todos esos objetos, a partir de los cuales tanto el autor como el lector construyen el relato. Esta mirada que se proyecta en el interior mismo del lector y de los personajes, se torna obsesiva sobre las relaciones entre hombre y mujer, Rama explica este fenómeno diciendo:

Esta elección es un enigma que obedece a un evidente recorte que hacia los sesenta se vuelve extraña, la obra de Juan García Ponce, aun hoy está en relación con una serie de gestos contemporáneos que hacen ya no aparezca aislada. (6)   

  García Ponce es fruto del contexto histórico en el cual aparece, un contexto que persigue y censura a  escritores que como  él  denuncian y retratan la persecución. En novelas como Crónica de la intervención, se unifican dos términos u objetivos presentes en la juventud de la década de los sesenta, esta unificación se hace presente en un compromiso social en respuesta al deseo de cambios y la liberación sexual. Este compromiso se convierte en un  problema político y cultural que se expresa como una ruptura en el universo ficticio de García Ponce.

  En la obra de este autor, dentro de la narración los personajes son también concebidos como objetos, muebles, árboles, animales, etc. Se les considera de esta manera porque se les percibe como tales.

  Los personajes de este escritor persiguen la unión y la armonía como meta, y el propósito aparente de su obra es describir el logro de los perseguidos y dramatizarlo en una creación estética. García Ponce utiliza  en su creación literaria objetos como símbolos en los que se representa o realiza el erotismo, medio por el cual se logra la armonía que el escritor busca. Como objeto García Ponce reconoce no sólo la cosa sino también el ser como la cosa, los personajes centrales de sus obras existen en un vacío del que ellos están conscientes.

  García Ponce repetidamente afirma que sus temas escriben el erotismo y el amor como reanimación de una identidad. Es pues el erotismo una confirmación del autor, que se extiende hacia todo lector que logra introducirse y vivir el personaje que el autor le ha asignado, el mirón o voyeur que vive y siente el placer del erotismo.

 

1 ANHALT, Nedda. "Juan García Ponce, un sofista cautivador". Revista Vuelta. Volumen II. NO. 132. Nov.1987.pág.59

2 Op.cit. pág.59

3 CASTAÑÓN, Adolfo, Arbitrario de literatura mexicana, "Juan García Ponce: la mirada de una voz", Ensayo, Vuelta, 2da ed., México, 1995. Pág.45

4 DUNCAN, Jennifer Ann. "Bolletin hispanique". Volumen 88 NO. 1 Junio 1986. Pág.236

5 Op.cit.pág.228

6 GLIEMO, Graciela, "crónica de la Intervención: El desnudo de una escritura". Hispamérica, Volumen 20. NO.58 Abril 1991  pág.18

 

 

 

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