Opinión

Jorge G. Castañeda]Efemérides y saldos[

 

 

El “mundo” de los presidentes de México ha decrecido. Hasta Carlos Salinas, cada primer mandatario mexicano ostentaba una personalidad pública más cosmopolita que la de su predecesor. (…) La tendencia se invirtió en 1994 con Zedillo (habría acontecido lo mismo con Colosio), y se agravó. Zedillo, a pesar de sus estudios en Yale, carecía del mundo de Salinas, por razones —familiares, regionales, profesionales— que fueran. Fox, aunque fue director general de Coca-Cola para América Latina, no residió durante varios años en uno de los centros académicos más notables del mundo, como Zedillo. Calderón, antes de pasar unos meses en Cambridge, en teoría cursando una maestría en Harvard, seguía siendo un provinciano de Michoacán. En su honor, Peña Nieto se vanaglorió siempre de sus orígenes mexiquenses, pero es el presidente de México más provinciano desde su paisano López Mateos.

Jorge G. Castañeda

 

 

ALEJANDRO GARCÍA

Amarres perros. Una autobiografía (México, 2014, Alfaguara, 671 pp.) de Jorge G. Castañeda es el relato de un secretario de Relaciones Exteriores durante alrededor de tres años (2000-2003) del llamado sexenio de la alternancia y el cambio. Le tocó el incidente entre Vicente Fox y Fidel Castro cabeceado por Carlos Marín “Comes y te vas” y fracasó en su gestión de una reforma migratoria de la administración Bush. Intentó presentarse como candidato independiente a la presidencia en las elecciones de 2006, pero le fue negado el registro y sus reclamos ante autoridades electorales, judiciales y cortes internacionales no tuvieron éxito.

  Castañeda es hijo de Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa, diplomático de carrera, canciller durante los tres últimos años del sexenio de José López Portillo. Hasta aquí su vida se puede ver como la de un funcionario del gobierno de la República en “la banca” o como la historia de un hijo de las élites dirigentes de nuestro país: Salinas, Creel, Barlett, Madrazo, Tello, Hank... Pero su carrera política se empezó a hacer evidente a los ojos públicos durante los años previos al foxismo. Castañeda fue mencionado en diversas ocasiones en organizaciones como el grupo San Ángel que propugnaba por un cambio de timón en la política mexicana, sobre todo en la interna, y en lo que después fue conocido como sacar al PRI de Los Pinos.

  En realidad su fama pública, aunque no masiva, viene de algunos títulos de análisis de la realidad mexicana publicados en décadas previas: Nicaragua: contradicciones en la revolución (1980), Los últimos capitalismos. El capital financiero. México y los “nuevos países industrializados” (1982), México: el futuro en juego (1987), Límites de la amistad: Estados Unidos y México (1989), La vida en rojo, una biografía del Che Guevara (1997), La herencia. Arqueología de la sucesión presidencial en México (1999), Somos muchos: ideas para el mañana (2004), La diferencia, radiografía de un sexenio (2004), Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos (2007) Jorge G. Castañeda ha sido un analista respetado y polémico, ubicado desde la socialdemocracia (él habla de una militancias en el PCM) en sus escritos, hasta en una posición crítica de centro-derecha (por su inserción en el equipo de Fox).

  Se puede decir que es hijo de funcionario, disfrutador de una serie de beneficios, estudió maestría en Princeton y doctorado en La Sorbona. Su trayectoria académica se forja en universidades estadounidenses, donde de manera continua presenta en sus clases o eventos complementarios a los principales actores políticos de América Latina. Es profesor jubilado de la UNAM, aunque confiesa que su vida en el extranjero le ha dificultado más una vida académica en nuestro país.

  Es un hombre culto, lo mismo ha mantenido (y se ha decepcionado de) amistad con García Márquez que con Fuentes y Vargas Llosa. Actualmente se presenta como comentarista con Leo Zuckerman, Héctor Aguilar Camín y Javier Tello. Y tuvo una larga cooperación con Adolfo Aguilar Zínzer. Jorge dice que no olvida a sus amigos de barrio, que los cultiva y se refiere a viejos militantes con quienes coincidió, como Joel Ortega. El autor pertenece a ese grupo de poder, según Van Dijk,  que lo mismo genera opinión que hace trabajo de asesoría a políticos.

  También cuenta de su relación con su esposa Miriam y la que sostuvo con la conductora, entrevistadora y lectora de noticias de televisión Adela Micha. Curiosamente el tiempo de Micha es también el de una estrecha relación con Elba Esther Gordillo.

  La entraña del libro se refiere a su vida familiar. Su madre Oma Gutman era judía y tuvo que salir de las áreas de persecución. Con un hijo llegó a México y aquí se unió con Jorge Castañeda. Jorge Jr. también se casará con Miriam en parecidas circunstancias: segundo matrimonio y ella con un hijo de su relación anterior.

  El autor nos entrega un texto cuando todavía existe desconfianza contra dicho género, pero también cuando se han producido obras notables después del imperio de los sistemas en donde los elementos no se pueden manifestar o analizar por sí mismos y del juego de fuerzas de resistencias de organismos y sistemas, las dos ópticas presentes en Michel Foucault o, si se quiere, en los tiempos del estructuralismo y de la negación del sujeto como protagonista de la historia.  

  Amarres perros enfrenta el problema de la perspectiva y la verdad relativa. Habrá momentos en que uno piense en la mente megalomaníaca o un Napoleón en receso o bien que imagine una serie de grandes decisiones en manos del hijo del canciller o del Ministro de la política exterior o del negociador o incluso del consejero del príncipe. Difícil serán algunas afirmaciones. Quizás por el denominador común de las derrotas políticas este libro no tiene las aburriciones de las memorias presidenciales, de allí que sea mucho más vital un libro como éste o el de Gonzalo N. Santos que el de Miguel Alemán.   

  Ésta es  historia de un hombre que está dispuesto a insertarse en el momento que sea preciso para dirigir este país, aunque al parecer resignado a que el reto es cada vez más difícil. Quizás el momento de definición fue cuando optó por repetir el papel de su padre a sabiendas de que un buen secretario de Relaciones Exteriores en México viste al régimen pero no lo define ni lo dirige. Creyente tal vez de que el cambio iba en serio y de que los dados jugaban a su favor, pensó en la posibilidad de una vez resuelta su prueba de vida, ir por los ministerios de poder. O incluso tal vez pensó que, dadas las condiciones únicas, esperanzadoras, podría ser tan extraordinario canciller que lo podría llevar a la silla presidencial.

  Historia de un niño bien o de un muchacho que aprovecha las condiciones que lo envuelven, no todos los pirruris o herederos del poder están en su situación. No es el caso de la familia Bush o el probable regreso del matrimonio Clinton. El regreso de los Calderón se ve lejano, pero... Historia de un hombre con conciencia de la individualidad, con la modernidad en la sangre y en el espíritu, audaz, incluso precoz siempre, ve pasar su etapa de la creencia revolucionaria, también la de la fe en un cambio de la cual era parte fundamental y va de su educación sentimental a la manera flaubertiana al realismo sucio de Welsh o dejémoslo en el mundo de la competencia y la traición, del arribo, del trabajo arrebatado, de la neurosis de los amigos, de la sed de venganza de los adversarios, de los acertijos de este país sumido en la corrupción y en la discrecionalidad.

 

 

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